Vestido con la equipación del Real Madrid, con sus zapatillas flúor y un globo con forma de corazón atado a su pequeña mano, en el que se leía: “Felicidades, papá”, Martín se ha presentado en el entrenamiento del equipo merengue. “El mejor regalo”, decía Iker con la babita a punto de caérsele.

 

El guardameta ha cumplido 34 años y ahí ha estado su ‘sunshine’ para llenar de luz y alegría este día. Actualmente Iker no atraviesa uno de sus mejores momentos futbolísticos. La presión a la que está sometido en su equipo es máxima, los hinchas cada vez le toleran menos fallos y el que un día fue llamado “San Iker” ha pasado a ser abucheado en los partidos que juega con sus compañeros. Un tratamiento de lo más injusto para alguien que ha hecho historia en este deporte y que tantos buenos momentos nos ha regalado a pie de campo.

 

Además de sus fans incondicionales, el portero tiene algo muy importante en su vida, su familia, especialmente su hijo. Martín cumplió su primer añito el pasado enero, y, como ya vemos, el niño parece poder andar solo y guardar el equilibrio sin problema.

 

Seguro que esta tarde-noche los ‘Carbonillas’ organizan una buena celebración y pueden disfrutar todos juntos del cumpleaños del madrileño. ¿Qué le habrá comprado Sara? ¿Será algo de decoración de su nueva tienda?