Tal como declara el ganadero y empresario Eduardo Lozano a Vanitatis, Sebastián Palomo Linares estaría orgulloso de sus tres hijos. Sebastián, Miguel y Andrés, frutos de su matrimonio con Marina Danko, han aparcado sus antiguas desavenencias, surgidas a raíz del divorcio de sus padres, y han limado asperezas y tensiones. Esta nueva relación armoniosa entre ellos se ha traducido en la compra de la finca El Palomar por cuatro millones de euros.
El terreno pertenecía a Lozano desde 1997, después de que este la adquiriera para aliviar los problemas económicos del torero, que falleció el 24 de abril de 2017. La relación de Eduardo con Palomo Linares y por extensión con sus hijos ha sido siempre muy estrecha, como de una familia. Su intención no fue nunca la de sacarle rendimiento económico a la finca ni de vivir en ella, por lo que Sebastián vivió en su "paraíso" hasta su muerte, a pesar de que ya no fuera suya. Aquella situación permitió que también se desarrollara y se afianzara la relación de Linares con la jueza Concha Azuara, su pareja hasta el fin de sus días.
El gesto del ganadero parece responder, quizás, a su esperanza de que la familia del mítico diestro la recuperara algún día. Y ese momento ha llegado.
Los hijos del torero han optado por guardar silencio a propósito del proceso de compra-venta de El Palomar, cumpliendo así su deseo de que permanezca en la intimidad familiar. Ha sido a través de las declaraciones de Eduardo Lozano a Vanitatis que se ha conocido el significativo paso que han dado los tres hermanos, además de la relación armoniosa que reina ahora entre ellos. "Tienen una relación espléndida", ha declarado el empresario, quien además ha asegurado que Miguel Palomo Danko será quien gestione y saque rentabilidad al terreno alquilándolo para eventos.
Mientras se cumplen sus lucrativos planes de negocio, El Palomar se ha convertido en el escenario de sus reuniones y que ha materializado su buena relación, tal como le hubiera gustado ver a su padre.