Ya está en casa. Esperanza Gracia es, sin duda, uno de los personajes más queridos de nuestra televisión y, cuando anunció hace una semana, que llevaba unos días hospitalizada, la preocupación se propagó rápido. Entonces no quiso hablar de lo que la había llevado a estar ingresada pero ahora, con más calma y de vuelta al hogar, se siente con fuerzas para narrar su periplo por el hospital de la Paz, pero, sobre todo, para dar las gracias.

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Esperanza Gracia

“Han sido doce días. Doce largos días, con sus doce noches, sus doces mañanas, sus doces tardes… Cuando ingresé me desubiqué, es como si me hubiera metido en un agujero negro del que no podía salir. Me desorienté porque estaba sometida a cambios constantes (de salas, médicos, enfermeros…)”. Esta buena amiga de María Teresa Campos decidió que lo más sensato que podía hacer era dejar su cuerpo a los profesionales médicos y que ella se encargaría de mantener a raya sus pensamientos para que el miedo no la controlasen. Y así hizo. Se dejó hacer y, mientras pasaba por diferentes pruebas y análisis, reforzaba la idea de que estaba viviendo todo esto para salir reforzada. “Yo sabía que era un ciclo que tenía que pasar, y el túnel tenía salida”.

Dice que no ha exigido nada a los médicos, que no pensó si lo que estaba viviendo era duro o no lo era, “lo he vivido como una experiencia muy enriquecedora, como un desafío que debía aceptar y del que podría aprender mucho”. Y lo ha hecho. A casa, además del alta, se llevó una valiosísima lección, además que los profesionales de la salud de nuestro país no tienen parangón y que se la quiere muchísimo, “ahora siento que la vida me ha dado otra oportunidad, y voy a aprovecharla al máximo, apurando cada momento, cada instante…”