Hace once años se estrenó como prometida del Príncipe de Asturias en la boda de Federico y Mary de Dinamarca y ahora se ha coronado como Reina en las celebraciones por el 75º cumpleaños de la reina Margarita. Copenhague le trae suerte a doña Letizia que deslumbró al mundo el 14 de mayo de 2004 cuando, a una semana de su boda en Madrid, apareció, por primera vez ante los miembros de las cortes reales de Europa, enfundada en un vestido rojo de gasa firmado por Lorenzo Carpirle.

 

En su estreno como Reina, doña Letizia escogió un vestido blanco bordado con flores negras inspirado en un mantón de Manila pero, sobre todo, impresionó con la elección de la tiara Princesa, una joya que le regaló don Felipe con motivo de su 5º aniversario de boda y que aún no había estrenado.

 

Doña Letizia dispone de un joyero llenó de piezas históricas, herencia de anteriores reinas de España, que forman parte de las llamadas joyas de la Corona que no son propiedad de la institución y no de las personas. Diademas diseñadas por las mejores joyerías del mundo compradas casi todas en épocas de abundancia cuando ser rey era sinónimo de riqueza y poder y de las que se echaba mano en caso de necesidad.

 

La Reina optó en su aparición en la cena de cumpleaños de Margarita de Dinamarca por la única tiara que nadie ha usado antes que ella y que, en su día legará a sus hijas. Se trata de una pieza, diseñada por la joyería Ansorena, que hace ya un siglo elaboró algunas joyas que Alfonso XIII le regaló a la reina Victoria Eugenia. Más de cuatrocientos diamantes, talla brillante, y cinco perlas australianas forman la tiara en cuyo centro se sitúa una flor de Lys de brillantes que puede desprenderse para ser utilizada como broche. Esa es la única pieza que doña Letizia había usado hasta ahora para sujetar las bandas a sus vestidos de noche.  La pieza está valorada en unos 50.000 euros, aunque en su confección se reutilizaron brillantes procedentes de otras joyas propiedad de la familia real. El vestido de Letizia era de Felipe Varela, un diseño de hace algunos años que ya había estrenado en eventos privados y que por primera vez ha vestido en público.

 

Don Felipe y doña Letizia compartieron velada con los reyes de Suecia, Carlos Gustavo y Silvia; de Holanda, Guillermo y Máxima; de Bélgica, Felipe y Matilde; el rey Harald de Noruega, y el gran duque Enrique de Luxemburgo. Junto a la reina Margarita estuvieron sus hijos, Federico, el heredero, con su esposa, Mary Donalson, y Joaquín con Marie, así como sus hermanas la princesa Benedicta y la reina Ana María con su marido, el rey Constantino de Grecia. El gran ausente fue el marido de la reina, Henri de Monpezat, de 80 años, que no pudo asistir a causa de una gripe. Además de los miembros de las casas reales europeas también asistieron a la celebración, representantes de la vida política y social de Dinamarca como la primera ministra, Helle Thorning-Schmidt, que se hizo famosa cuando posó para un ‘selfie’ junto a Barak Obama y David Cameron, el el funeral de Nelson Mandelan.

 

El príncipe Federico, heredero al trono de Dinamarca, fue el encargado de hablar al inicio de la cena destacando los méritos de su madre y asegurando que representa el pasado, el presente y el futuro, evolucionando con el tiempo sin permanecer atado a él. Hace solo unos días, la reina Margarita aseguró en una entrevista concedida con motivo de su 75º cumpleaños que no tiene ninguna intención de abdicar.

 

En la cena celebrada en su honor se reunieron por primera vez las dos generaciones de reyes de Europa, tras las abdicaciones en Holanda, Bélgica y España. Por un lado Margarita de Dinamarca, Harald de Noruega y Carlos Gustavo de Suecia y, por otro, Guillermo de Holanda, Felipe de Bélgica y Felipe VI, rey de España. La única monarquía que no estuvo presente fue la de Inglaterra, ya que la reina Isabel II no tiene  por costumbre asistir a celebraciones que no sean de su familia.

 

Durante la cena, celebrada en el palacio de Christianborg, se sirvió un menú compuesto por fletán con ensalada, vieiras y huevas de lumpo; lomo de buey con rösti, espárragos blancos y salsa de morillas y shimeji; queso fresco, peras y vinagreta de trufas, además de tarta de cumpleaños y vinos procedentes de los viñedos del príncipe Henri, ubicados en Francia.
 

Por Mariángel Alcázar