El protocolo que rodea a la Familia Real británica es muy estricto. No solo indica cómo hay que vestir, sentarse, saludar o comer en cada momento. También establece cómo hay que hablar. O mejor dicho, cómo no hay que hacerlo. Hay siete palabras que no se pueden pronunciar si se está hablando con alguien perteneciente a la Casa Real británica y que sus miembros tampoco deben decir.

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Uno de los vocablos que no se pueden pronunciar es “perdón”. Esta palabra tan cotidiana queda prohibida y ni Kate Middleton ni Meghan Markle pueden incluirla en su vocabulario. Pero esto no quiere decir que no puedan pedir disculpas. En su lugar hay que decir “lo siento”.

A la hora de referirse al cuarto de baño la Familia Real Británica lo hace de la forma más fina posible. Evitan el uso de la palabra “toilet”, la más común, y prefieren referirse a esta estancia como “loo”, una forma más estilosa de denominarlo. Este no es el único lugar de la casa que cuenta con prohibiciones a la hora de referirse a él. Hay salones y salas a los que hay que llamar por su nombre completo. Es decir, “sala de juegos”, “sala de estar”, “sala de baile”…

Otra de las palabras que hay que retirar del vocabulario cuando se conversa con Isabel II y su familia es perfume. En este caso la palabra que hay que pronunciar es aroma. Una forma según ellos mucho más elegante a la hora de hablar sobre cómo huele una persona gracias a una fragancia.

Algo tan típico en Reino Unido como el tampoco tiene cabida para los príncipes Guillermo, Enrique y compañía. Realizar una invitación para tomar el té no está bien visto. En este caso lo que hay que hacer es realizar una invitación para cenar. Con el término postre sucede igual. Para ellos queda mucho mejor decir pudding a la hora de referirse al plato final del menú.

Todo esto es muy “posh”, es decir, muy pijo y elegante. Aunque esta palabra tampoco tiene cabida en las conversaciones de la monarquía británica. Es mejor no decirle a nadie que es elegante ni que tiene estilo a través de ese vocablo.