En 38 años de reinado, de doña Sofía se puede decir que reina se levanta y reina se acuesta. Pocos miembros de la realeza han mostrado con creces que se ha tomado muy en serio su papel destacado como consorte del jefe de Estado y embajadora de un país, pero también como madre y responsable al 50% de transmitir valores y enseñanzas al actual rey de España, Felipe VI. Un deber que, a la vista está, la trasciende como persona y que, compresiblemente, la han moldeado como una persona exigente consigo misma.

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La reina Sofía no quiere peluqueros que cambien su pelo casco

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Si la reina emérita es una de los miembros de la familia real históricamente mejor valorados es, en gran medida, por todo esto, pero también porque cuenta cerca con personas de confianza capaces de soportar la presión de su trato implacable. Y su mirada. Y es que tan rigurosa es hacia sí misma, como con quien trabaja por y para ella.

Precisamente, este jugoso tema ha sido el eje central del último post que la periodista y escritora Pilar Eyre le ha dedicado a doña Sofía en su blog de Lecturas, 'No es por maldad'. A propósito del misterioso caso de su mítico pelo casco, Eyre ha desgranado significativos detalles de cómo es la esposa de don Juan Carlos de Borbón.

La misma rigidez a la hora de cambiar de peinado lo demuestra en el trato del día a día con sus asistentes y personas del servicio. Así lo cuenta la columnista: "La reina no se deja aconsejar y nunca protesta. Pero es inflexible con el servicio, si ve que una prenda no está bien planchada, no dice nada, se limita a tirarla al suelo". Una anécdota tan impactante como sorprendente, dado el candor y las buenas maneras de la que siempre ha hecho gala en público y que pocas veces ha abandonado. Como excepción, su sonadísimo rifirrafe con su nuera, doña Letizia, a la salida de la Misa de Pascua en la Catedral de Mallorca en 2018.

Pero no es el único detalle que ha desvelado Pilar Eyre que dibujan a una doña Sofía como una mujer de fuerte carácter y 'muy reina'. Tanto como las monarcas de ficciones como 'Juego de tronos', pero sin tener que 'tirar' de dragones. Según recogió del testimonio de una de las que formó parte de su equipo de peluquería que la trató al principio: “Si le dabas un tirón sin querer, no te decía nada, pero la mirada… buf, la mirada…”. Un recuerdo que aún le producía "un estremecimiento" al contarlo.