Se las denomina microcalcificaciones y son pequeños depósitos de calcio en el tejido de las mamas. Su tamaño es tan minúsculo que no se pueden notar con una palpación, sino que es necesaria una mamografía para detectarlos: si existen, la prueba muestra unos puntitos blancos. Se forman de manera espontánea (son habituales los de secreción láctea mientras se amamanta, en la premenopausia o si ha habido un antiguo golpe en el seno o una inflamación en él) y no suelen presentar malignidad. Ahora bien, en ocasiones pueden avisar de un cáncer de mama.

Cuándo preocuparse

Todo depende de su forma, tamaño y localización, aspectos que desvela la mamografía.

Si tienen una forma irregular y van variando con el tiempo. Las calcificaciones benignas son por lo general redondeadas y homogeneas. Si se van volviendo irregulares o puntiagudas, o si se ramifican, no hay que dejar de controlarlas.

Cuando son demasiado pequeñas y hay más de cinco. Si miden más de 2 milímetros, los depósitos de calcio suelen ser benignos. Los preocupantes son aquellos que no superan el milímetro. En caso de que haya más de cinco y estén agrupados en una superficie de menos de un milímetro, aún hay que controlar más su evolución.

Qué se hace cuando se descubre

'Benignas', 'probablemente benignas' y 'sospechosas de malignidad': en una de estas tres categorías se clasifican las microcalcificaciones en función de cómo son.

Las benignas: si se les pone este adjetivo, el médico no te hará más pruebas diagnósticas ni te pondrá tratamiento alguno.

Las probablemente benignas: estas se controlan cada seis meses por si cambian o aparecen más.

Las sospechosas de malignidad: en este caso, el especialista analiza el tejido mamario próximo. Para ello, realiza o una punción con aguja o una intervención quirúrgica que le permita obtener una muestra.

Si se relaciona con el cáncer, este está poco desarrollado

En caso de confirmarse que en las calcificaciones hay células malignas, hay que ser positivos puesto que, en general, se forman cuando el cáncer de pecho está en sus primeras fases, sin que se vea aún afectada la glándula mamaria por la que se extienden los tumores.