Si tardas cinco minutos en leer este artículo, tu piel se habrá desprendido mientras tanto de entre 150.000 y 200.000 células muertas (de 30.000 a 40.000 por minuto). Pero, a medida que pasen los años, cada vez le costará más hacerlo. Lo que se traduce en que muchas de las células muertas que deberían caer, se quedarán pegadas a la piel, que se verá por ello más gruesa, con menos luz, más rugosa. Además, tu tendencia a presentar espinillas o granos aumentará. Si quieres evitarlo, no puedes saltarte la exfoliación dentro de tu ritual semanal de belleza.

Siempre con suavidad

La piel del rostro es mucho más fina que la del resto del cuerpo. Por ello, debes exfoliarla con extrema suavidad. Y sin alcanzar el contorno de los ojos y de los labios, cuya piel es aún más fina y donde, además, hay mucosas. No utilices nunca en la cara exfoliantes corporales: sus partículas abrasivas son muchas más y más grandes, porque la piel del cuerpo es más resistente. En cualquier caso, es bueno usar los exfoliantes en la ducha, porque con el agua la piel se reblandece y los poros están más abiertos. Siempre tienes la opción de fabricar exfoliantes naturales.

Si tu piel es sensible o madura. En este caso, emplea en la cara un exfoliante de los denominados enzimáticos (llevan bromelaína y papaína). No hace falta frotar la piel con él. Solo tienes que aplicar una fina capa de producto después de quitarte el maquillaje. Lo dejas actuar durante unos minutos y luego lo aclaras con agua tibia.

Si la piel es grasa, puedes utilizar exfoliantes mecánicos. Son los que contienen microgránulos de forma esférica (polipropileno, polietileno, nailón), que se aplican con movimientos circulares. Insiste en las zonas con más tendencia a acumular sebo, como frente, aletas de la nariz y barbilla, la zona T.

En el caso del cuerpo. Comienza la exfoliación por los pies y sube poco a poco con movimientos circulares suaves. Debes insistir más en talones, rodillas y codos (las zonas rugosas) y ser más cuidadosa en el cuello, el escote y los pechos.

Para los pies. El complemento ideal para dejarlos sin células muertas y, de paso, sin callos ni durezas, es la piedra pómez. Utilízala también semanalmente, incluso en invierno, cuando casi no enseñas los pies.

Al acabar. Es importante que tras la exfoliación te apliques una buena hidratante para restablecer la barrera cutánea.

No solo con la mano

No solo puedes usar la mano para aplicar las cremas exfoliantes. De hecho, hay instrumentos que te ayudarán a que su efecto sea aún mayor y a que puedas acceder a zonas del cuerpo que, de otra manera, no alcanzarías.

  • Brochas para el rostro. Sus cerdas flexibles y de punta redondeada masajean la piel con suavidad
  • Guante de crin. Es ideal para exfoliar los glúteos y las piernas.
  • Cepillo de mango largo. Con sus cerdas naturales podrás alcanzar la espalda y los hombros.
  • Esponja de lufa. Sus fibras vegetales, se ablandan cuando las mojas. Perfecta para brazos y escote.