Aunque todavía nos parezca extraño desayunar a las 8:00 y comer a las 13:00 horas (tal como se hace en muchos países europeos), lo cierto es que nos convendría ir acercándonos a ese hábito. Ten en cuenta que, como dicen muchos expertos, nuestros horarios actuales de comida están 'en desacuerdo' con los genes que, en muchos casos, protestan en forma de kilos de más.

Pon en orden tus comidas

  • Regularidad al comer. Sentarte a la mesa un día a las 14:00 h y otros a las 16:00 h no permite a tu organismo habituarse ni anticiparse. Es como si despistaras a tu reloj interno.
  • Siempre desayunada. Te conviene tomar algo nada más levantarte y nunca salir de casa con el estómago vacío. Varios estudios han comprobado que las personas que no desayunan, con el paso de los años, tienen más tendencia a padecer obesidad.
  • Alimentos energéticos, mejor de día. Durante las horas de sol, entre las 7 de la mañana y las 5 de la tarde, el sistema digestivo metaboliza mejor los nutrientes que dan energía (arroz, pasta, legumbres, patatas, pan...) y tolera más la glucosa (no se elevan tan fácilmente los niveles de azúcar en sangre). Por ello, si deseas tomar pasta o acompañar la carne o el pescado con un puré de patatas, hazlo durante la comida y no en la cena. Y si te apetece puntualmente algún alimento rico en azúcares, no lo tomes tampoco de noche, cuando más fácilmente se acumularán en forma de grasa.
  • Ojo con el bajón de la 1 del mediodía. Según los cronobiologistas, que nos ocurra tiene que ver con los inicios de la historia de la humanidad, cuando siempre se descansaba en las horas más calurosas del día. Toma siempre un pequeño tentempié sobre las 12. De no hacerlo así, ten por seguro que el bajón será mucho más considerable… y el hambre con el que te sientes a la mesa a la hora de la comida, también, con lo que puedes cometer excesos más fácilmente.
  • La cena, sobre las 21:00 h. A los españoles nos gusta también retrasar la hora de la cena, lo que desequilibra igualmente nuestro reloj interno, programado ancestralmente para descansar en cuanto se pone el sol. Además, al final del día el organismo segrega menos sustancias digestivas y el estómago tarda más en vaciarse. Te conviene cenar ligero y dejar pasar al menos una hora y media antes de acostarte.
  • Antes de dormir, triptófano y pocas calorías. Por otro lado, intenta incluir en la última comida del día alimentos ricos en triptófano, un aminoácido esencial que facilita que tu cuerpo sintetice serotonina y melatonina. Esas sustancias favorecen la relajación y la tranquilidad, algo fundamental para disfrutar del mejor sueño. Te lo aportan las carnes magras, el pescado azul, frutas como la piña o el plátano, las nueces y otros frutos secos, las semillas, las verduras... Recuerda, además, que la cena no debe suponer más del 25% de las calorías totales que consumes en el día. Es decir, sobre una dieta de 1.500 calorías, la cena debe aportar unas 375. Lo que cubres tomando una ensalada, 120 gramos de pescado y una pieza de fruta, por ejemplo. Un último consejo: tan malo es cenar mucho como no cenar nada.

Propuestas que dan vitalidad y no engordan

A primera hora

Una infusión (si es posible, que sea té verde) + pan integral y queso (minibocadillo de unos 50 g) + zumo de frutas (natural, de pera o de manzana).

A las 11h...

Yogur (son 45 calorías si lo tomas desnatado) + frutos secos (no sobrepases los 20 g) o 3 galletas integrales.

Para merendar

Opción 1: chocolate (una onza te proporciona el triptófano que necesitas) + zumo natural (elige frutas distintas a las que ya hayas tomado el resto del día) o un yogur desnatado.

Opción 2: un lácteo + fruta (1 pieza o un bol con compota) + infusión (una manzanilla o un poleo-menta).