El aire está compuesto principalmente de nitrógeno y de oxígeno, y en pequeñas proporciones lleva en suspensión infinidad de partículas y moléculas químicas diversas, tanto de origen natural como artificiales, en mayor o menor concentración en función de si vivimos en una zona rural, urbana o industrial. Las plantas de interior actúan como eficaces purificadoras, principalmente de los denominados compuestos orgánicos volátiles (COVs), sustancias que contienen carbono en su composición y que tienen la característica de volatilizarse. Quedan suspendidas en el aire y, por medio de la inhalación, pasan al organismo. Estos compuestos llegan al interior del hogar a través de los muebles, tapicerías, tejidos, alfombras, pinturas, colas, barnices, productos de limpieza, de jardinería o de higiene personal. Algunos COVs causan irritación de las mucosas oculares y respiratorias, actúan como alérgenos, producen cefaleas, mareos o fatiga; otros pueden causar daños en el sistema nervioso central, ser bioacumulables, actuar como disruptores hormonales o ser cancerígenos.

Aunque la ventilación natural es uno de los sistemas más eficaces para renovar el aire del interior del hogar (unos 15 minutos diarios son suficientes), si recurrimos a las plantas dispondremos de un eficaz sistema de purificación natural.

Cada planta absorbe un contaminante

Los estudios del científico de la NASA Bill Wolverton, ya en los años 80, mostraron la capacidad de las plantas de interior para limpiar el aire contaminado de productos químicos nocivos para la salud, y verificó que las plantas caseras eliminaban hasta 87 por ciento del aire tóxico interior en 24 horas. Más recientemente, las investigaciones de los científicos franceses Damien Cuny y Marie-Amélie Rzepka han indicado las principales vías de absorción de los contaminantes por parte de las plantas, destacando como vía principal la raíz –que absorbe los compuestos diluidos en agua- y las hojas, a modo de vía secundaria.

Cada planta, además de absorber los compuestos químicos básicos del aire –nitrógeno, oxígeno, carbono–, tiene más o menos afinidad para alguno de los compuestos químicos que suelen permanecer suspendidos en el aire, como monóxido de carbono, formaldehídos, tricloroetilenos, xilenos, benceno, o el amoníaco. Los filodendros, azaleas y dieffenbachias destacan por filtrar el formaldehído del aire (presente en los materiales de construcción, muebles contrachapados, pinturas sintéticas, colas y pegamentos, o el humo de cigarrillo); las margaritas y crisantemos eliminan el exceso de benceno del aire interior (presente en humo de cigarrillos, limpiadores, detergentes...); la azalea, el espatifilio o el rapis, son eficientes para eliminar el amoníaco. La reducción de la concentración de compuestos volátiles es más eficaz cuando las plantas disponen de luz natural, tal y como indica los resultados del estudio publicado en 2007 por el Departamento de Arquitectura y Ingeniería Sostenible de la Universidad de Hanyang en Seúl. Los investigadores concluyeron que cuando las plantas fueron colocadas cerca de una ventana, en una área soleada, la reducción de la concentración de COVs era mayor; y a mayor número de plantas, mayor era la reducción de contaminantes del aire de interior. Así pues, en la práctica se aconseja disponer de varias especies diferentes de plantas para aprovechar al máximo los beneficios de los vegetales como limpiadores del aire, contar con una o dos plantas por cada 10 m2 de espacio interior, cerca de las ventanas, constituye una opción muy saludable.

Regulan la humedad y mitigan el ruido

Otro de los aspectos beneficiosos de las plantas es su capacidad para la regulación higrométrica, puesto que liberan humedad atendiendo a los niveles de humedad ya existentes en el aire. Según un estudio realizado en la Universidad de Agricultura de Noruega, las plantas de interior pueden ayudar a reducir en un 30% la fatiga, toses, dolores de garganta y otras enfermedades relacionadas con el frío, e incrementan parcialmente los niveles de humedad en ambientes secos. También ayudan a disminuir el polvo hasta un 20% .

En ambientes secos, con valores de humedad relativa ambiental inferior a un 45%, suelen generarse las desagradables descargas electrostáticas, algo muy frecuente en los llamados edificios inteligentes y en ambientes muy tecnificados (con predominio de equipos electrónicos, suelos, muebles y materiales sintéticos). Las plantas ayudan a reducir la carga electrostática ambiental, al absorber las cargas eléctricas y aportar humedad al ambiente.

Del mismo modo que la vegetación abundante –árboles, arbustos– se utiliza como barrera fónica para mitigar el impacto sonoro del tráfico en las áreas urbanas, en los espacios interiores también podemos usar las plantas por las ventajas que ofrecen como atenuadoras del ruido. Una investigación realizada la Universidad South Bank de Londres concluyó que especies como el Spathiphyllum, el Philidendron, la Dracaena marginata, y el Ficus benjamina son las que actúan con mayor eficacia como mitigadoras de las ondas sonoras.