En 1983, la revista Science publicó los resultados de un estudio del geógrafo estadounidense Roger Ulrich sobre las consecuencias en la conducta y la salud de la proximidad a la naturaleza. Ulrich analizó qué se veía por las ventanas de la sala de cirugía de un hospital del estado de Pensilvania (EE.UU). Desde la cama de algunas habitaciones de esa sala, los enfermos veían la copa frondosa de los árboles del jardín, mientras que, desde otras habitaciones, la vista se limitaba a la monótona pared de ladrillos del edificio de enfrente. Y resultó que, comparando pacientes sometidos al mismo tipo de intervención, con la misma gravedad y atendidos por el mismo equipo médico, se recuperaban antes aquellos a quienes les había tocado la habitación desde la que se veían los árboles. En la actualidad, los estudiosos de las neurociencias siguen investigando el impacto de la proximidad a elementos naturales sobre la conducta, el humor o la salud. Y las conclusiones a las que han llegado en los últimos treinta años no pueden ser más reveladoras.

Mayor rendimiento intelectual

Psicólogos de la Universidad de Michigan (EE.UU.) se han dedicado a estudiar la llamada teoría del restablecimiento de la atención. Según esta teoría, la atención tiene un componente involuntario –estímulos que captan nuestra atención por el interés que despiertan, por la belleza sensorial...– y uno voluntario –fruto de proponernos dirigir nuestra atención hacia un asunto–. La atención voluntaria resulta fundamental para el buen funcionamiento emocional, pero requiere treguas de distracción para luego utilizarla de nuevo. En este sentido, la interacción con un entorno rico y variado como el natural supone la llegada de numerosos estímulos fascinantes (una puesta de sol, una flor) que atraen la atención involuntaria, dejando así descansar la atención voluntaria. Los autores de este estudio observaron que las personas que habían paseado por un bosque tenían mejor desempeño en una tarea intelectual que si lo habían hecho por el centro de una ciudad.

Mejores relaciones sociales

En 2008, el departamento de diseño paisajístico de la Universidad Nacional de Tecnología Chin-Yi (Taiwán) investigó el efecto de la presencia de plantas sobre la conducta y el bienestar de un grupo de estudiantes de 14 y 15 años. Los observaron durante un semestre y compararon qué cambios se detectaban antes y después de colocar seis grandes plantas dentro del aula. Además de este grupo experimental, compararon los resultados con otra aula de control. Observaron que los alumnos preferían el aula con plantas, al tiempo que mejoraba la sensación subjetiva de comodidad y las relaciones entre ellos. Sin embargo, el efecto de las plantas fue limitado en el tiempo, como si se diluyera poco a poco por la costumbre. Ahora bien, hay un detalle que no conviene pasar por alto: las plantas se habían colocado en la parte posterior de la clase, de modo que los alumnos sabían que estaban allí, pero no las veían constantemente. Además, los alumnos de esa 'aula verde' no faltaron tantos días a clase como los estudiantes del aula sin plantas.

Menos estrés laboral

¿Se da un resultado parecido en el ámbito laboral? En 1986, los investigadores del Instituto de Estudios Ambientales de Washington (EE.UU.) observaron que las personas que trabajan en un despacho sin ventanas tienen muchas más fotografías, carteles u otros objetos decorativos que les recuerdan paisajes y elementos naturales que quienes trabajan en un ambiente luminoso y que permite ver el exterior. Pero... ¿esos sucedáneos tienen efectos positivos similares a los que posee estar frente a una ventana? Investigadores suecos y estadounidenses, liderados por Terry Hartig, de la Universidad de California en Berkeley (EE.UU.), demostraron que incluso las fotografías de paisajes podían producir un efecto parecido a las plantas reales sobre quienes las contemplaban. Así que quizás algo aparentemente tan superfluo como el fondo de pantalla del ordenador pueda tener cierto efecto positivo sobre el rendimiento o la creatividad.

Paisajes urbanos inspirados en la naturaleza

Con estos resultados, algunos investigadores han criticado determinadas intervenciones urbanísticas que podrían parecer un sinsentido. Por ejemplo, en muchas ciudades están sustituyendo los árboles y los jardines por plazas duras de cemento. ¿Por qué escoger el cemento cuando hay tantos estudios que certifican que ver árboles influye positivamente sobre el bienestar y la salud?