El estrés es una reacción física del cuerpo, una respuesta de nuestro organismo ante situaciones que considera peligrosas y eso, hasta cierto punto, es lo que nos hace reaccionar, tomar decisiones, avanzar… Pero esta situación mantenida en el tiempo supone un esfuerzo demasiado fuerte para el cuerpo y la mente. Generalmente se traduce en problemas de salud.

Soluciones para mantenerlo a raya

Las causas del estrés son muy diversas ya que puede estar relacionado con problemas laborales, económicos o familiares. Lo importante es detectarlo y ponerle remedio cuanto antes:
Ejercicio físico. Realizar una actividad de este tipo es una buena válvula de escape, una forma muy útil de evadirse y 'desconectar'. La natación, el aeróbic o el baile pueden convertirse en excelentes terapias revitalizadoras.
Alimentación. Es obvio que cuando se pasa por una etapa de nervios y tensión lo mejor es evitar productos excitantes como café, alcohol o alimentos muy grasos. Convienen, en cambio, relajantes naturales como el plátano, el brócoli, las almendras o el germen de trigo. Y, por supuesto, las infusiones tranquilizantes.
Cómo relajarse. Las técnicas de relajación y meditación son muy efectivas en estas etapas. Hay buenos especialistas que pueden enseñártelas para que las lleves a cabo en casa cuando las necesites.
Terapia psicológica.  Ha demostrado ser más útil que los fármacos a la hora de controlar el estrés. Te proporciona herramientas para enfrentarte y saber manejar aquellas situaciones que te superan.
Terapias orientales. Optar por seguir una disciplina oriental, como el yoga o el taichi, que han demostrado ser especialmente eficaces.

Síntomas de una vida acelerada

Hay algunas señales que indican que los nervios se convierten en algo más:
Irritabilidad e insomnio suelen ser los primeros síntomas. El dolor de cabeza intermitente también es un indicador.
Problemas en el sistema digestivo, que se ve afectado por la alteración de las terminaciones nerviosas que se concentran en esta zona.