Exfoliación: un ritual de belleza

Solo si eliminas regularmente las células muertas que se acumulan sobre tu piel, lograrás que esta recupere su luminosidad y que los tratamientos sean efectivos

Exfoliación: un ritual de belleza

Una piel joven se desprende de forma natural de entre 30.000 y 40.000 células muertas por minuto. Ese proceso se ralentiza con los años, pero podemos favorecerlo con la exfoliación –también llamada ‘peeling’ o ‘scrub’, sus términos ingleses–. Si no, las impurezas acumuladas van engrosando la piel (que se ve envejecida) y los principios activos de los cosméticos que usamos no llegan donde deben.

Cada cuánto lo hago

Habría que realizarse una exfoliación completa y profunda en cabina cada cambio de estación. La doméstica, limítala a una vez por semana (basta cada 15 días si tu piel es seca) y efectúala siempre con productos poco agresivos. Si se abusa de ella, la piel queda desprotegida ante tanta descamación y se produce cierto efecto rebote: en las epidermis grasas se estimula la producción de sebo; las secas se deshidratan aún más.

Con qué exfoliante

Si tu piel es grasa, gruesa y resistente, los mejores exfoliantes para ti son los físicos: contienen micropartículas sólidas (de plástico como el polietileno o el nailon pero también naturales como el hueso de almendra o el polvo de bambú) que ‘rascan’ la piel. Además, son los que dan mejores resultados en las zonas con mayor acumulación de células muertas y, por ello, más engrosadas: codos, rodillas y pies. Existen también los exfoliantes enzimáticos. No contienen microgránulos abrasivos, sino sustancias (o
enzimas) naturales (papaína, bromelaína) que reaccionan con las células muertas y las deshacen. Apuesta por ellos si tu piel es sensible o fina, y para exfoliar zonas delicadas como el cuello, el pecho y el escote.

Cómo me lo aplico

Físicos o enzimáticos, en el mercado hay exfoliantes en multitud de formatos: espumas, geles, cremas, toallitas impregnadas... Sus presentaciones (y hasta sus formulaciones) se adaptan cada vez más a las zonas a exfoliar. Existen, por ejemplo, exfoliantes a modo de sticks labiales o en forma de calcetín, para los pies. Y con doble función, como los anticelulíticos. Lo habitual es aplicarlos en húmedo en la ducha, cuando el agua tibia abre los poros. Debe hacerse mediante masaje ascendente desde los pies para activar la circulación de retorno. Sobre abdomen y glúteos, realiza movimientos circulares en el sentido de las agujas del reloj. Tras aclarar y secar bien, usa una buena crema hidratante.

Sácale aún más partido

  • Si tras exfoliarte te aplicas autobronceador, el tono que consigues es más uniforme.
  • Exfolia tus piernas de forma suave días antes de depilarte: despuntarán los vellos enquistados y desaparecerán todos con la depilación.
  • Si al exfoliarte insistes en las zonas donde suele acumularse la celulitis, disminuyes su incidencia.
  • Para que los pies queden más suaves, aplica sobre ellos el exfoliante en seco.

Kit para un resultado perfecto

  • Guante de crin: Es la herramienta ideal para sacar todo el partido posible a la exfoliación de la parte inferior y central del cuerpo: piernas, abdomen...
  • Esponja de lufa: Hecha con fibras naturales de la planta del mismo nombre, es áspera pero al mojarla se ablanda. Resulta perfecta para aplicar el exfoliante en las zonas más sensibles, como el escote–Cepillo largo: Su mango tiene la longitud necesaria para que puedas exfoliar bien los hombros y además llegar a toda la espalda.
  • Hay que tomar varias precauciones: Frotar lo justo: Nunca apliques el exfoliante frotando con fuerza: irritarás la epidermis. Ni uses el del cuerpo en
  • el rostro. No exfolies si... Estás recién depilada o tienes heridas, psoriasis o eczemas, ni sobre las piernas con varices. En el rostro, evita el contorno de los ojos y no uses luego cremas ‘fuertes’: con retinol, ácido glicólico...


 

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