Al dormir, respiramos por la boca y por la nariz. El paladar blando, la lengua, la campanilla y algunos tejidos como las amígdalas se relajan. Si lo hacen demasiado o son, por alguna disfunción, muy grandes, estrechan las vías respiratorias e impiden el flujo normal de aire hacia los pulmones. Al pasar por un conducto estrecho, ese aire hace vibrar las diferentes partes de la garganta, generando el ronquido. El 45% de los adultos, sobre todo hombres, ronca ocasionalmente; un 25% lo hace siempre.

Causas ocutlas

Verdadero. Puede llegar a hacer el mismo ruido que un camión. Hay quien al roncar supera los 90 decibelios, lo que equivale efectivamente a un camión circulando a toda velocidad. Pero más que el ruido emitido debe preocuparte que el ronquido indique la presencia de algún trastorno que deba ser tratado: puede haber un bajo tono en los músculos de la lengua, un desarrollo excesivo de los tejidos de la garganta o grasa en ellos, una campanilla larga...
Falso. No tiene que ver con los hábitos de vida. El sobrepeso, tomar antihistamínicos antes de dormir o píldoras para conciliar el sueño, ingerir alcohol o cenas copiosas y dormir boca arriba (la faringe se estrecha mucho más) puede originar o agudizar el problema.
Verdadero. Hay personas que solo roncan en primavera. Los ronquidos también pueden deberse a la obstrucción de las vías respiratorias nasales. Esto explica que haya quienes solo roncan cuando, en primavera, sufren alergia al polen, así como si padecen sinusitis o cuando se resfrían.

El ronquido molesta

Verdadero. Siempre resta salud. Por leve que sea el ronquido, el roncador habitual ve alterado el sueño, que no le resulta reparador. Además, puede tener graves consecuencias cuando se presenta, sin que se sepa por qué, la llamada apnea obstructiva del sueño (AOS): el ronquido es interrumpido por episodios de cese de respiración, peligroso si dura más de 10 segundos y se produce más de siete veces por hora. Los pacientes con AOS pueden sufrir centenares de estos episodios en una noche. La mayoría pasa más de la mitad del tiempo de descanso con muy bajos niveles de oxígeno en la sangre, lo que eleva (en un 68% a partir de los 40 años según un estudio  de la Universidad de Boston) el riesgo de infarto. También son propensos a sufrir trombosis cerebrales y daños en partes del cerebro relacionadas con el habla, la coordinación y las emociones (se ha demostrado la relación existente entre apnea y depresión).
Falso. Quien sufre apnea es consciente de que le ocurre. Incluso en casos muy graves, los afectados no toman conciencia de ella por sí mismos, con las consecuencias que pueden derivarse. O bien les alerta su pareja o bien lo descubren porque van al médico por padecer, por ejemplo, fuertes cefaleas, lagunas de memoria o un cansancio exagerado. El especialista recomienda a veces una polisomnografía: durante una noche, se monitorea el sueño en un laboratorio para descubrir sus alteraciones.

Acabar con el problema

Verdadero. Hay varios tratamientos pero no son definitivos. En realidad, tanto las férulas bucales como el CPAP  hacen desaparecer los ronquidos, pero solo mientras se utilizan. Como unas gafas, corrigen, pero no curan. Se prescriben, por tanto, de por vida. El resto de artilugios o remedios que existen (jarabes, tiras nasales, pulseras que emiten ligeras descargas ante una determinada intensidad del ronquido para que el roncador cambie de postura...) no están avalados por la comunidad médica, aunque pueden paliar el problema temporalmente cuando es leve.
Falso. La cirugía del ronquido es muy exitosa. Se puede corregir una obstrucción nasal, acortar una campanilla o incluso el músculo que une la lengua a la barbilla para tirar de la lengua hacia delante y que pase más aire. Pero en el 50% de los casos el ronquido permanece (a veces más leve) o reaparece porque es difícil determinar todo lo que interviene en él (la campanilla, el velo del paladar, las fases del sueño, el peso del individuo o su posición al dormir). Además, lo que el especialista aprecia en la garganta de un paciente despierto es muy diferente a lo que observaría mientras duerme, cuando el calibre de esa misma garganta podría ser mucho más estrecho en función de diferentes variables.

Cuatro soluciones que te ayudan

Férulas. Se ponen en la boca para dormir. Desplazan la mandíbula hacia delante y así pasa más aire. Las nuevas están articuladas para que se pueda mover la boca y no molestan. Son efectivas en más del 90% de los casos.
CPAP. Es un compresor de aire unido a una mascarilla que se coloca sobre la nariz. Emite un chorro de aire que abre toda la garganta, como si hinchase un globo. Si se tolera bien, funciona al 100%.
Cirugía. Aumenta el ancho de la garganta eliminando “sobrantes” (como unas amígdalas muy grandes). Se puede realizar con bisturí y anestesia general o a nivel ambulatorio, con varias sesiones de láser o radiofrecuencia, lo más nuevo: con una aguja se aplican ondas de alta energía que modelan la garganta.
Adelgazar. El exceso de peso puede hacer que aumente el tejido graso en la garganta. Esto hace que se obstruyan aún más las vías respiratorias. Si tienes sobrepeso perder unos kilos puede ser la solución.