La posibilidad de traer el pasado al presente es una de las capacidades más fascinantes de nuestro cerebro. Debido al interés que despierta, existe una cantidad extraordinaria de información sobre ella. Pero, como suele ocurrir con cuestiones tan populares, no todo lo que se oye o lee sobre la memoria se corresponde con lo que la ciencia sabe hoy día. Este artículo intenta dar respuesta a algunas preguntas básicas y desmentir algunos mitos.

¿Qué información es más fácil de memorizar?

Hay tipos de información que se recuerdan más fácilmente que otros. Por ejemplo, la mayoría de personas recuerdan mejor las caras de las personas que sus nombres. Mientras que las caras proporcionan una información esencial para sobrevivir, no sucede así con los nombres. Nuestro cerebro evolucionó para codificar e interpretar estímulos complejos –como imágenes, colores, estructuras, sonidos, olores, sabores, el tacto, las posiciones…– y almacena todo eso con gran eficacia en la memoria. Pero mucha de la información que intentamos recordar actualmente se presenta de manera diferente –en forma de palabras impresas en una página, por ejemplo– y al cerebro, que no codifica con facilidad la información escrita, le cuesta más recordarla. El sistema de memoria que tenemos no está diseñado para el tipo de información que a menudo nos interesa
memorizar.

¿Por qué es importante cultivar la atención?

Una buena memoria comienza con una buena atención. Ambas se solapan en la fase de registro de información. No se puede retener y aún menos recuperar información a la que antes no se ha atendido. Muchos problemas que se achacan a la memoria, como no saber dónde se han puesto las llaves o las gafas, no tener la certeza de si se ha cerrado la puerta de casa o el gas, o de si se ha salado el plato, son en realidad consecuencia de no poner suficiente atención.

¿Olvidar es beneficioso?

El olvido es muy útil. Una memoria eficiente se basa en recordar lo importante y eliminar lo que no tiene utilidad. Un sistema que hace la información menos accesible con el tiempo se considera muy funcional: cuanto más tiempo pasa sin que se use esa información, menos probable es que se precise en el futuro.

¿Qué falla cuando no se logra recordar algo?

Los fallos de la memoria pueden deberse a problemas propios del sistema de memoria, pero también, por ejemplo, a otros que afectan a su rendimiento (falta de sueño, mala alimentación, estados de ánimo negativos, falta de atención…), a que se depositan expectativas imposibles en su rendimiento o a que se quiere registrar información irrelevante.

¿Envejece la memoria?

La memoria es una función del cerebro, que al igual que los demás órganos envejece, y con él, sus funciones. De hecho, el declive de la memoria con la edad se ha relacionado con cambios estructurales y funcionales en la corteza prefrontal, cambios funcionales en regiones del lóbulo temporal medial y alteraciones en el volumen total de la sustancia blanca. Ciertas pérdidas de memoria se podrían considerar, pues, normales.

¿Cuál es la mejor manera de cuidar la memoria?

La memoria se ha de cuidar en diferentes frentes. La receta básica que suele proponerse se compone de tranquilidad, buenos alimentos y una actividad provechosa. El papel central de la memoria, su interacción con los demás procesos psicológicos básicos y su implicación en la conducta obligan a atender muchos y muy diferentes aspectos. Por eso, para mantener una buena memoria y potenciarla se requiere la suma de pequeñas y grandes mejoras a diferentes niveles tanto como una adecuada gestión personal.

¿El ejercicio protege?

Al practicar deporte, los músculos segregan una serie de sustancias que se envían a través de la sangre al cerebro, entre ellas la proteína IGF-1, encargada de aumentar la producción de neurotransmisores. Uno de estos neurotransmisores es el BDNF (Brain-derived neurotrophic factor), cuyos niveles aumentan cuando se
practica ejercicio de forma regular. Esto hace que las células nerviosas empiecen a diversificarse, a unirse y a comunicarse entre ellas de nuevas formas, lo que aumenta la plasticidad del cerebro y potencia sus funciones. Existen numerosos estudios que demuestran que la actividad física cotidiana beneficia las facultades mentales
y protege la memoria.

¿Influye dormir bien?

Para favorecer el aprendizaje y la memoria es necesario que tenga lugar, normal y armónicamente, todo el ciclo vigilia y sueño. Dormir es esencial para fijar recuerdos y consolidar aprendizajes. Muchos datos corroboran el papel determinante del sueño REM en este proceso.

¿Qué técnicas potencian mejor la memoria?

Las técnicas mnemónicas se basan esencialmente en el concepto de la codificación elaborativa. Partiendo de la idea de que, cuanto más significativo es algo, más fácil es recordarlo, se intenta codificar la información de una manera que ayude a recordarla mejor. En cualquier caso, estas estrategias y técnicas tienen límites. Ninguna puede garantizar que sea 100% efectiva y todas exigen esfuerzo, atención, tiempo y práctica. Además, hay que utilizarlas cada vez que se quiera recordar algo. Estrategias como apuntar las cosas no tienen por qué ser contraproducentes. Agendas, post-its, alarmas… son ayudas externas, no memoria propiamente dicha, pero contar con ellas proporciona sensación de control y su uso inteligente puede ser muy útil.

Técnicas eficaces para memorizar

Al ejercitar la memoria, cuanta más variedad de recursos y estrategias se empleen más amplio podrá ser el beneficio.
Estrategia multisensorial. Al utilizar varios canales sensoriales a la vez la información se asocia entre sí y, a la vez, se archiva en partes diferentes del cerebro, es decir, en una porción de cerebro más amplia.
Atención. Para memorizar es imprescindible prestar atención. La atención es como un foco y su dirección determina nuestros recuerdos y nuestra experiencia.
Organización. Imaginemos que queremos recordar la secuencia de números: 3, 5, 2, 7, 1, 6, 4. ¿No sería mucho más fácil si se ordenara así: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7? Cuando se organiza lo que se desea recordar, se aprende antes y se recuerda mejor.
Asociación. En la memoria cada información se conecta a otras de una forma u otra. Se pueden crear asociaciones muy variadas. Basta con tender un hilo imaginario. Por ejemplo, si quiero acordarme de un nuevo conocido que se llama Cristóbal, lo asocio con algún familiar o amigo, o con Cristóbal Colón.
Repetición. La memoria se consolida con la repetición. Es eficaz repetir lo que se desea recordar, sobre todo en voz alta.
Visualización. Consiste en crear imágenes mentales de lo que se desea memorizar. Las imágenes se recuerdan mejor que las palabras.
Repensar. Se trata de pensar en todo lo que se nos ocurra relacionado con lo que queremos recordar. Si es el nombre de un cantante, por ejemplo, podemos recordar títulos de sus canciones, dónde lo hemos visto actuar, con quién, lugares donde hemos escuchado su música…
Relajación. Es de gran ayuda para mejorar el rendimiento de la memoria. La tensión mantenida afecta a la salud física pero también a las capacidades intelectuales.