Los médicos los llaman 'silentes' porque apenas se perciben al tratarse de infartos cerebrales que afectan a áreas muy pequeñas. Suponen el 25% de los ictus que se producen y afectan, especialmente, a personas entre 55 y 75 años, y sobre todo a las mujeres. Aunque afectan a zonas muy limitadas, no dejan de ser infartos cerebrales y por eso algunos pueden llegar a tener graves consecuencias, similares a los ictus más serios, que acaban causando daños al cerebro.

Cómo puedo identificarlo

Cierta dificultad para hablar, desorientación que dura solo un par de minutos, algún problema con la visión o una pequeña parálisi facial son algunas de las señales que pueden alertarnos. Pero son señales muy sutiles que suelen ceder en menos de 24 horas. De ahí que muchas personas no acudan al médico y que a veces no suelan descubrirse hasta años más tarde, por casualidad, tras realizarse alguna prueba en el cerebro por otra causa. A diferencia de los ictus más graves, en estos pequeños ictus la obstrucción se produce en vasos pequeños del cerebro y no en la arteria carótida.

Si se trata de un ictus cerebral, uno de los síntomas más habituales es la aparición súbita de un dolor de cabeza intenso. Si esto te ocurre, acude al médico, aunque el dolor desaparezca en poco tiempo. Detrás puede haber muchas causas, pero un de ellas puede ser que se haya interrumpido durante unos segundos el flujo de sangre al cerebro.

Más vale prevenir: acude al médico

El 30% de estos mini ictus cerebrales avisan y anuncian que, en los siete días siguientes, se puede producir otro infarto cerebral. Por eso, ante esos pequeños síntomas que hemos mencionado, hay que acudir al médico lo antes posible, sin demorarlo muchos días. Tras sufrir un accidente isquémico transitorio (AIT), como también se denomina a estos leves infartos cerebrales, las probabilidades de sufrir otro infarto en los años siguientes aumenta. Por tanto, hay que prestarles atención. Por suerte, en muchos casos, se descarta un ictus inminente o 'verdero', pero se recomienda hacer controles de forma periódica. El mayor riesgo de repetición se da entre quienes han sufrido un AIT a partir de los 65 años y entre las personas diabéticas que no controlan bien sus niveles de glucosa.

Cómo evitarlos

Llevando un estilo de vida saludable, que puede resumirse en: huir del estrés, seguir una dieta equilibrada como la mediterránea y evitar el sedentarismo. Así alejas el riesgo de sufrir diabetes, hipertensión y obesidad, que además aumentan el riesgo de sufrir un ictus.