1. ¿En qué condiciones llega el agua hasta nosotros?

La instalación interior de la vivienda es en sí misma un contenedor del agua que consumimos; por eso, la calidad de esta depende también de los materiales de sus conducciones. Los metales han destacado tradicionalmente por su poder bactericida, a pesar de que actualmente ya se conoce su capacidad de contaminar el agua debido a los iones metálicos que se desprenden y se diluyen en la misma. Las cañerías de
plomo han sido erradicadas debido a los efectos tóxicos de este metal, asociados a cansancio, trastornos digestivos e intoxicaciones, entre otros.

2. El cloro como desinfectante: barreras para mantenerlo a raya

La cloración sigue siendo el método más utilizado para mantener a raya la proliferación de los microorganismos patógenos del agua, a pesar de que es uno de los elementos conocidos más tóxicos ya que da lugar a subproductos de carácter muy peligroso como los trihalometanos, unos compuestos químicos volátiles que se generan al reaccionar el cloro con la materia orgánica en el proceso de desinfección y que son cancerígenos. Instalar un filtro de carbón activo en la grifería de la cocina es una opción saludable para retener el cloro y sus derivados, que además incorpora función antibacteriana; también en la grifería de la ducha: la salud del sistema respiratorio, de la piel y del pelo lo agradecerán.

3. Purificación doméstica: las opciones más asequibles

Instalar un equipo para purificar el agua del grifo permite disponer de agua más saludable debido a que estos sistemas eliminan el cloro y sus subproductos, metales pesados, compuestos nitrogenados, productos fitosanitarios y plaguicidas, y también agentes biológicos que puedan estar presentes en el agua. Los filtros de carbón activo, los sistemas de ósmosis inversa y los destiladores son opciones asequibles económicamente y que además ayudan a reducir la factura de comprar agua embotellada. No hay que olvidar que esta cuesta entre 200 y 1.000 veces más que el agua del grifo.

4. Conducciones de materiales estables y sin adhesivos

Las cañerías de materiales plásticos como el polietileno (PE), el polipropileno (PB) o el polibutileno (PB) se muestran bastante estables, de modo que no contaminan el agua con sus compuestos. Reducir los puntos de unión de los conductos entre el distribuidor y el punto de toma ayudará a minimizar la contaminación bacteriana. Es mejor evitar adhesivos tóxicos para las juntas y optar por sistemas de atornillado, incrustables o pinzables.

5. Revitalizar y dinamizar el agua

A medida que se van conociendo las propiedades del agua se avanza en la tesis de que esta, además de hidratar y mantener las células en óptimo estado, aporta información del entorno con el que ha estado en contacto. Bajo este concepto se vienen comercializando sistemas como espirales, barras, posavasos o posajarras que actúan a modo de revitalizadores, especialmente para el agua destilada debido a que en el proceso de la destilación se rompen los enlaces que forman la molécula del agua y con ello se pierde la información que pueda contener. Una forma sencilla y muy saludable de revitalizar el agua es añadiendo zumo o unas rodajas de limón, una ramita de romero o de menta –de cultivo ecológico- y después agitar para dinamizarla.

6. La destilación, un sistema que imita la naturaleza

La destilación es un sistema que imita el proceso del agua en la naturaleza, evaporándola mediante calor para después condensarla con ayuda de sistemas de espirales que la enfrían. Debido a que el agua se somete a temperatura alta es imprescindible que los equipos de destilación sean de acero inoxidable libres de materiales que puedan resultar contaminantes –evitar los que incluyen piezas de plástico- y el contenedor donde se almacena el agua sea de cristal.

7. pH alcalino, fuente de salud

Mantener el organismo en un pH alcalino es fuente de salud. Así lo indican los estudios científicos que determinan que un exceso de acidez del organismo se asocia a cansancio, dolor de cabeza, problemas digestivos, desvitalización... y es el desencadenante de múltiples enfermedades. Hidratarse de forma continuada, sin esperar a que el cuerpo tenga sed –pues ya indica que está en estrés hídrico– es la base, y además si se alcaliniza el agua con limón resulta un óptimo elixir de salud para el organismo.

8. Ósmosis inversa, una alternativa para la filtración

La ósmosis inversa constituye una opción como sistema de filtrado del agua. Ubicado debajo del fregadero y con un grifo independiente permite disponer de agua de óptima calidad para beber, cocinar o lavar las frutas y verduras. Un mantenimiento adecuado y regular de los filtros del equipo de ósmosis será determinante para evitar una posible contaminación microbiológica del agua. El agua que se rehúsa debido al proceso de ósmosis (de 3 a 15 litros por cada litro de agua osmotizada, según modelo) puede reutilizarse para limpiar o regar las plantas.

9. Reducir el uso de agua embotellada

Minimizar el uso del agua embotellada constituye una buena práctica para la salud ambiental. España es uno de los cinco países del mundo que consume más agua embotellada per cápita –unos 5.000 millones de botellas por año–. Producir un vaso de agua embotellada supone emitir 185 g de CO2 a la atmósfera, frente a los escasos 0,3 g del modesto vaso de agua del grifo. Más de 1,5 millones de toneladas de plástico son utilizadas para embotellar el agua, y solo un 13% se trata como residuos; el resto forma parte de la basura que contamina el planeta.

10. La dureza del agua, un enemigo oculto

La dureza del agua se mide atendiendo a la cantidad de carbonato cálcico (mg/l) que contiene. Las aguas en las que hay un exceso –las denominadas aguas duras– pueden resultar un inconveniente no solo para el mantenimiento de las cañerías, tanques de agua o electrodomésticos como la lavadora o el lavavajillas debido a la formación de incrustaciones que se forman, sino también para cocinar o para la piel en la ducha. Instalar un sistema catalizador del agua será de utilidad para eliminar el exceso de cal, mejorando su calidad y evitando la proliferación de microorganismos. Una alternativa es aprovechar el agua de lluvia, de calidad blanda, fácil de recoger y almacenar. Se comercializan depósitos de formas muy estéticas para el jardín y de tamaños muy variados que permiten disponer de un agua pura, apta para regar y limpiar; e incluso se puede recurrir a empresas especializadas que analizan los criterios a implementar para que cumpla con los estándares sanitarios de potabilidad y para poder usarla para consumo –análisis microbiológico y químico, instalación de filtros, sistemas de lámparas ultravioleta, etcétera.