Éxito rotundo de Letizia en su viaje de cooperación a República Dominicana y Haití. “Habló con adolescentes en Baní, que le expusieron sus problemas de embarazos y abusos….”, “recibió a niños con discapacidades en Santo Domingo…”. “Se paseó por el barrio más deprimido de Puerto Príncipe, Cité Soleil, los niños le querían tocar la cara al verla tan blanca y ella se agachaba y los abrazaba”, “fue a una plantación de banano y se hundió en el fango hasta los tobillos”, son solo algunos comentarios de la entusiasmada prensa caribeña.
La Reina estaba exultante porque todos los medios reconocieron su trabajo y su entrega ¿Todos? ¡En España, no! Aquí solo hablábamos de los siete conjuntos que había lucido y del precio del hotel. Poco después del incidente de la catedral de Palma, le comenté a un miembro de la Casa que deberían aprovechar el enorme tirón de Letizia para causas más nobles, y me respondió con amargura: “¡Ya lo hacemos! Pero los periodistas no lo contáis, solo os interesan la ropa y los episodios negativos”. Para que quede constancia de que no siempre es así, repito lo que dijeron las “siervas de los pobres”, las monjas de san Vicente de Paúl en Haití, que la Reina visitó detenidamente: “Con su emoción, Letizia nos ha reconfortado”.