En la misma mañana de sábado me llaman de una radio argentina, de la revista alemana Gala, y de la agencia Sygma. En los tres casos, el mismo tema de interés: la nueva Letizia. En sus últimas apariciones públicas se ha mostrado simpática, emotiva, dicharachera, y su actuación contrasta con el talante cada vez más comedido y austero de Felipe y el perfil bajo que ha adoptado doña Sofía desde que su hijo es rey. Al final, todos llegamos a la misma conclusión: ¡Letizia es ya más borbona que los mismos borbones! No es un fenómeno inédito. Recordemos que Jesús Aguirre, el segundo marido de Cayetana, se llevaba la mano a la cabeza para quejarse de “la jaqueca de los Alba”. Y Marina, la mujer de Camilo José Cela, comentaba: “Cuando ganamos el Nobel…”. Letizia, en Oviedo, sabía el nombre de todas las personas a las que saludaba, las trataba de tú, palmeaba espaldas, en fin, era… ¿me atreveré a decirlo? ¡Campechana!

Eh, eh, hablando de Oviedo…Ahora viene, no una cosita de chichinabo, sino un ¡temazo! ¡No han invitado a la baronesa Thyssen a los premios Princesa de Asturias! ¡Tampoco le han concedido ese título que muchos pedimos para ella, ni le han otorgado ningún reconocimiento! Pero, ¿estamos locos o qué? ¡Que ahora, en octubre, la baronesa debe decidir si su colección sigue en España o se la lleva con viento fresco más allá de nuestras fronteras! Vamos, vamos, un esfuerzo de simpatía con esta mujer que se lo merece todo. Ahí es donde veo que Letizia puede tener mano, que ya sabemos que don Felipe adora a su madre y no quiere causarle ningún disgusto. Y yo, desde aquí, me atrevo a decirle a doña Sofía con todo respeto: los celos también prescriben, señora.

¡Lo último, lo prometo! Hablo con Jorge Javier Vázquez. Está en Castellón, donde ha actuado: “Me queda Huesca, el 29 de octubre, y luego veinte días en Valencia, el fin de año lo pasaré en el teatro Olympia. Acabaré allí mi gira, ¡año y medio en la carretera! Me despediré de mi ‘Iba en serio’ para siempre”. Le pregunto cómo está y me responde con voz estrangulada: “Aún no ha terminado, pero ya tengo…”. ¿Qué?: “¡Añoranza!”.