¡Lady Di hasta en la sopa! Rebuscando en el baúl de los recuerdos, he encontrado una entrevista que le hice en el Hotel Ritz de Barcelona al duque de Wellington, recién llegado de la boda de los príncipes de Gales y de camino a su finca en Granada.

Con esa delicadeza tan propia de nuestro oficio, la primera pregunta al aristócrata inglés, que era como un personaje de Graham Greene -bebía 'sherry' y tenía unos increíbles ojos azules-, fue: "¿Le molesta que el príncipe Carlos haya abandonado a su hija por Lady Di?". Porque Jane Wellesley fue novia del príncipe durante seis años, y era la nuera ideal para la reina de Inglaterra.

El duque se echó a reír y me dijo en un curioso inglés-andaluz salpicado de expresiones castizas: "Pero, chiquilla, estar casado con el heredero de la corona es un trabajo muy duro para una jovencita. No es un puesto envidiable, no... Además, el príncipe no dejó a Jane por Diana sino por..." "¿Por?". Gesto evasivo, trago de 'sherry', y un "qué más da", apenas audible.

Le pregunté cómo era Lady Di. "La conozco desde que era así", puso la mano a la altura de un enano de jardín, "no es muy guapa, pero es... 'charming'... ¡Una payasa! Carlos y ella juntos son lo más divertido del mundo, hacen imitaciones, se quitan la palabra de la boca, se disfrazan. ¡No se puede aguantar lo que te ríes con ellos!".

Le pregunté si veía al príncipe muy enamorado y masculló: "Quién soy yo para leer en el corazón de las personas...". Al poco tiempo, corrió el rumor de que Camilla y Carlos se habían visto en secreto en la finca del duque en Granada. ¿Sería cierto? Quién soy yo... etcétera.