“¿El maestro Joao? ¡Como superviviente, cien, como vidente, cero! No existe, no es nadie, en el ambiente esotérico no figura”. El club de los buenos videntes es muy pequeño. “Paloma Navarrete, quizás la mejor, Esperanza Gracia, la más íntegra, y Rappel, el más empático”. Quien me lo dice afirma ante mi ceja levantada, “vale, tú puedes no creértelo, pero hay muchas personas que confían en ellos…” Y prosigue: “Joao es como Aramís Fuster, no son maestros del ocultismo ni nada que se le parezca…, él dice que nació con escarcha en las manos, pero quién sabe”.

Mi amiga Mila Ximénez afirmó que Joao ha llegado a sacrificar animales en sus rituales, “como hace candomblé, que es magia brasileña, como él mismo escribe en su web, es probable, porque ellos ofrecen la vida de un animal a sus dioses para conseguir sus propósitos”. Me estremezco y mi informante añade: “Deberían vigilarse este tipo de actividades, en pisos particulares se hacen rituales muy siniestros y en los cementerios se ha tenido que redoblar la guardia de noche porque saltan la tapia para realizar quimbanda, que es la magia más oscura y peligrosa”. Me quedo sin palabras. ¡Al lado de todo esto, lo de leer los culos me parece de una ingenuidad pastoril!