“Voy a demandar”. Así de contundente y dolida se muestra Isabel Preysler ante las graves acusaciones de estafa vertidas en su contra esta semana: que le ha hurtado la herencia a los hijos del primero matrimonio de Miguel Boyer y que antes de que muriese le vació las cuentas corrientes. “A los que han mentido les hemos enviado un comunicado aclarándoles la situación ¡y ninguno ha rectificado! Y vamos a demandarlos”. Es un paso que, lo sé, a Isabel le ha costado mucho. “No soy de pleitear, me lo enseñó Miguel, si le llevaba una revista con mentiras la cogía entre los dedos como si fuera una alimaña y me decía, ¿vas a molestarte en demandar este papelucho? Y he dejado pasar demasiado… pero esto no…” y añade con dulzura, “por el daño que se nos ha hecho… todos hablan de los dos hijos de Miguel, pero ¿y Ana?”

Los dos hijos de Miguel al principio pasaron alguna navidad en Puerta de Hierro y Miguel junior hasta se hizo amigo de Chabely. Luego, cada uno tiró por su lado, Laura ha vivido en América y Galicia y ha tenido una existencia muy desgraciada. Y al chico, después de un corto periodo trabajando en Cinco Días, se le perdió la pista. Miguel, que en toda su vida no fue más que un empleado, de lujo, pero empleado al fin, y que alardeaba de que su mujer tenía mucho más dinero que él, “era tan honesto que daba asco”, me confiesa un amigo suyo. “¡Ni Ruiz Mateos, con toda su artillería legal y su odio a cuestas, pudo encontrarle nada! ¡Pero si hasta cuando era ministro pagaba los libros que necesitaban de su bolsillo!” Aunque cuando estuvo enfermo la Ruber le proporcionó atención gratuita, los tres profesionales que le cuidaban en casa cobraban seis mil euros mensuales. Pregunto por qué nombró albacea a su bohemio hermano Christian… “lo quería mucho… y le hacía gracia”.

Los Alba

De viuda a viudo. ¡Viudísimo! Alfonso Díaz. Acaba de rechazar una oferta de Carlos Herrera ¡tres mil euros a la semana por un comentario de tema libre! Alfonso firmó al casarse un contrato de confidencialidad, pero Herrera no le pide hablar de Cayetana, sino del sexo de los ángeles si le apetece (por cierto, Carlos, si me quieres escribir ya sabes mi paradero, por la vacante, digo). En Sevilla me confidencian que los hijos de la duquesa “tratan a Alfonso con cortesía gélida, ¡no lo aguantan!” Tampoco a las amigas, ningún Alba estuvo en el funeral del padre de Carmen Tello. En la caridad, la duquesa era muy generosa, pero cuando salía con su pandilla, pagaba sobre todo la buena de Carmen. Teniendo armarios llenos de mantones de Manila, abanicos, joyitas, guantes, sombreros, no han tenido el detalle de regalarle ni siquiera un recuerdo a su compañera del alma.

Eh, un cotilleo maligno que demuestra lo que fue Cayetana en Sevilla. Quería mucho a Patricia Rato, pero cuando se enteró de que “roneaba” con su exyerno Fran Rivera la borró de su entorno y la sustituyó por la actual mujer de Espartaco, la simpática Macarena Bazán. Y a la repudiada Patricia no le quedó otra que irse, cabizbaja y meditabunda, a vivir a Madrid.

¡Otras hacen el camino inverso, de Madrid a Sevilla! Me lo cuenta Enrique de Miguel en Tomares, mientras comemos unos calamares que harían llorar a las piedras. Paquita Rico vuelve a vivir en Sevilla. La llamó para visitarla y Paca le dijo, “Enrique, hijo, ¿tú tienes video?”, “sí” “¿y tienes Dónde vas Alfonso XII?” “Claro”, “Pues prefiero que te pongas la película para que me recuerdes así de guapa”. Penita.

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