Bisbal, hombre. Actúa en Calella con todo el papel vendido desde hace semanas, y me hablan de su profesionalidad. “Ensaya por la tarde, bajo un sol de justicia ¡siete horas!, ¡repite el concierto completo de pe a pa dos veces!”, y me cuentan algo que me deja patidifusa: “Cuando sus músicos –agotados– se van a comer algo o darse un baño en el mar, él se queda sobre el escenario haciendo una tabla de gimnasia, ¡doscientos abdominales!”.