Me encuentro a las dos personas que más tiempo en directo en televisión están haciendo estos días. Ferreras cinco horas y Susana Griso seis. Los dos son altos, inteligentes y desprenden tanta energía como una dinamo. Pero ahí se acaba todo parecido.

Mientras Susana después de su maratón televisivo se mantiene impecablemente peinada y maquillada, sonriente, afable y educadísima como una lady inglesa, Ferreras suda, se pasa nerviosamente la mano por el pelo, te saluda y habla por el móvil a la vez, casi se oyen crujir sus circunvalaciones cerebrales. Sin ponerse de acuerdo, ambos me dicen lo mismo, “estamos muy preocupados con lo que está pasando”. Les felicito por las buenas audiencias de sus programas y ambos tienen idéntico gesto, entre modesto y agradecido, “lástima que sea por un tema tan grave”.

Entro en maquillaje con la colega Pilar Cernuda, joven y pimpante como siempre, “trabajo tanto que no tengo tiempo de envejecer”. Como una tromba se sienta a nuestro lado Anna Balletbó, exdiputada socialista más conocida como “la mamá de los gemelos del congreso”, y pide a la maquilladora “déjame tan estupenda que luego me llamen mis ex”. Aunque añade, “pero yo no quiero estar guapa, quiero estar viva”. ¡Nos carcajeamos! ¡Entre las tres casi debemos sumar doscientos años!