“Llegó el comandante y mandó parar…” ¡Qué pipiolos éramos cuando lo cantábamos! Pues al final quien paró fue Fidel, y sus cenizas fueron depositadas hace tan solo quince días en el cementerio de Santa Ifigenia, en Santiago. Nadie ha señalado que muy cerca, en el mausoleo militar de Sierra Maestra, yace un español que fue enterrado con honores de héroe hace 12 años: el bailarín Antonio Gades, que fue marido de Pepa Flores, con quien tuvo tres hijas. A los pies de la lápida de mármol de Elda, su tierra natal, están sus zapatos cubiertos de bronce, y a la cabecera un Kalashnikov porque, como está escrito en una placa, “nunca me sentí un artista, sino un simple miliciano vestido de verde oliva con un fusil en la mano”. Silvio Rodríguez cantó en su funeral “sé, amigo, manantial en mi desierto/ que yo sabré recompensar tu acierto/ con mayor amistad para la gente”. Y cuentan que Fidel lloraba inconsolable. Ahora los dos amigos ya están juntos, en las altas cumbres de Sierra Maestra donde empezó todo.

¿Pero nos vamos a despedir así, en plan triste, siendo la primera Navidad que pasamos juntos? No, no y no. Que aquí estoy con mi jersey de renos, levantando mi copa de cava por todos ustedes, orgullosa de pertenecer a la gran familia de Lecturas.