Dos temas, dos, para sonreír. Me cuenta Toñi Moreno una anécdota de doña Sofía. “Cuando hacía ‘Entre todos’, en La 1, me telefoneó para decirme que le gustaba mucho la vertiente social del programa. ¡Ahí creí morir! Pero lo mejor vino cuando me despidieron. De pronto mi móvil dejó de sonar, ya sabes cómo son estas cosas… Pero ella sí me llamó para decirme que le sabía muy mal y para desearme suerte, de una forma espontánea y muy cariñosa”. ¡Y a Toñi le brillan aún más los ojos cuando me lo cuenta y se enjuga con disimulo una lágrima furtiva, eso que estamos en directo!

Y dos. Del mismo día. Saliendo de Telecinco, algo menudo me roza la rodilla. Bajo la vista y es el niño más guapo del mundo, vestido de leñadorcito, con tejanos y camisa de cuadros, rizos rubios, expresión traviesa y los increíbles ojos azules de su padre, Torito, al que conozco y quiero desde que Jordi González nos reunió en su mítico ‘Vitamina N’ (él era un crío y yo aún no había nacido). Quique, su marido y su hijo desprenden tal felicidad, tanta ternura, hay tanta limpieza en su amor de padres, que no puedo menos que abrazarlos y estar así mucho rato, llorando como una auténtica gilipollas.

Torito y su hijo