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Ángel Garó, sé que te va a importar un pito lo que te voy a decir pero ¡nunca me has hecho gracia! Intentaba reírme con tus frases incomprensibles, con tus muecas siniestras, con tus silencios truculentos para no sentirme sola, aunque nunca entendí el propósito de todo aquello. Pero estaba en minoría porque fuera de la tele continuaste triunfando y haciendo dinero. Sí, pero…
Ahora todos hemos visto unos videos infamantes y unas declaraciones tuyas en las que te manifiestas como un vanidoso insoportable además de histérico, y las gentes se lamentan, “qué pena da, pobre Ángel”. ¿Pena? Pena me dan los niños sirios y los animales maltratados, pero este millonario con picassos en sus paredes, semiesclavos que le ríen las gracias y un ego como una catedral me produce aversión y me repele. ¡Encima clasista, porque ha dicho que la nieta de un taxista no puede ser reina de España! Anda y que te zurzan, majo.