Estas van a ser unas vacaciones atípicas para la familia real. No está el horno para bollos y el Rey tiene que dar ejemplo a una clase política que tiene que compaginar negociaciones y verano sin que se note que los sofocos son por no encontrar una salida al laberinto que han organizado entre todos o por los calores. A don Felipe le toca ejercer de Rodríguez, como se denominaba a los hombres casados que seguían trabajando en la ciudad mientras sus familias veraneaban en la costa, y a doña Letizia enarbolar la bandera familiar y quedarse en Marivent con sus hijas, la princesa Leonor y la infanta Sofía, para cumplir con la isla y aprovechar la residencia de vacaciones de la familia real que para eso se mantiene durante todo el año con los impuestos de los ciudadanos de Baleares.

La novedad de este año, a diferencia de los anteriores, no es solo que don Felipe solo permanezca en Palma durante los fines de semana, sino que el rey Juan Carlos haya decidido sumarse al grupo familiar. Desde el domingo de la Semana Santa de 2014, cuando ya tenía decidido, aunque no se sabía, que iba a abdicar un mes y medio después, don Juan Carlos no había pisado Marivent. Estuvo en Mallorca la pasada primavera con motivo de una prueba náutica pero fue un visto y no visto fuera de temporada, pero esta vez se ha quedado unos días y, además, ha hecho todo lo posible por aparecer junto a su familia. Cuentan y dicen y se especula con su separación de hecho de la reina Sofía pero lo cierto es que en sus últimas apariciones en actos oficiales en Madrid se les ha visto no solo juntos sino compartiendo confidencias y, ahora, en un acto privado, aunque a la vista de todos, se sentaron juntos a cenar en el restaurante Flanigan de Puerto Portals, en Mallorca, el preferido durante años de don Juan Carlos y al que las últimas veces, hace ya varios años, acudía junto a amigos, como los tripulantes del Bribón, o con invitados como el tenista Rafa Nadal, a quien invitó el verano de 2013. Hace años que no se le veía con su familia, ni con su mujer, ni con los actuales Reyes, todos juntos y tan amigos. La velada tuvo, además, la particularidad de ser la primera ocasión en la que la princesa Leonor, de 10 años, y su hermana, la infanta Sofía, de 9, iban a una cena de mayores con sus padres y también con sus abuelos.

No extraña que a la reina Sofía se le notara la cara de felicidad, aunque no pudo ser completa: faltaba la rama de los Urdangarin Borbón. La infanta Cristina y su marido están en la situación que están a la espera de que se dicte sentencia en el caso Noos pero desde hace ya algunos años, y eso les duele por encima de todo, están apartados de su familia, condenados al ostracismo. Doña Sofía sufre, sobre todo por sus nietos, los cuatro hermanos Urdangarin qué culpa tienen y, sin embargo, tampoco pueden compartir las vacaciones con sus abuelos, tíos y primos. No sería de extrañar que Juan, Pablo, Miguel e Irene Urdangarin pasaran por Marivent invitados por su abuela pero, aún así, la situación es dolorosa para todos. Iñaki, Iñaki mira a lo que te ha llevado, a ti a tu familia tu mala cabeza.

La Reina Letizia, que no es precisamente una amante de las vacaciones familiares en Marivent, pues las considera una especia de obligación laboral, acabará marchándose unos días a mediados de agosto y junto a sus hijas se refugiará en uno de esos lugares a los que le gusta escaparse para vivir un anonimato al que, mal que le pese, ya no tiene acceso. El Rey irá de Madrid a Palma y viceversa pero a partir del 15 de agosto ya permanecerá en la Zarzuela a ver si en algún momento se resuelve la situación política.