Los Reyes han realizado esta semana su primer viaje de Estado para el que se eligió el país vecino, un desplazamiento que tuvo que ser suspendido el pasado 24 de marzo ya que, coincidiendo la llegada de don Felipe y doña Letizia a París, se produjo un trágico accidente del avión que se estrelló en los Alpes. El luto se impuso aquel triste día y tanto las autoridades francesas como para las españolas estuvieron de acuerdo en aplazar la visita. No se sabía aquel día que la tragedia podía ser aún más dolorosa ya que el accidente no fue tal sino la consecuencia de un acto criminal al ser estrellado por el copiloto Andrea Lubisch. Estos días, el Rey no se ha olvidado de los fallecidos y de sus familiares y en todos los actos ha recordado a las víctimas de la locura de un solo hombre.

Los Reyes llegaron a París el pasado martes. Aunque están acostumbrados a los recibimientos oficiales, la ceremonia bajo el Arco del Triunfo fue de las que no se olvidan fácilmente. En la plaza de L’Étoile, como su propio nombre indica, se concentran doce avenidas parisinas, una de ellas los Campos Elíseos, y en todas se cortó el tráfico para dar mayor solemnidad a la ceremonia. Con ese silencio, las notas de “La Marsellesa” sonaron aún más épicas mientras los Reyes, acompañados del presidente François Hollande, hacían su entrada en París. La emoción era mucha y también el viento, ya que además de las doce avenidas en aquel punto se reúnen todas las corrientes de aire. La Reina vestida con un ligero traje chaqueta de color piedra con adornos de macramé en las mangas, diseño de Felipe Valera, no podía ocultar que se estaba pasmando. Aun así aguantó el tipo.

Tras el recibimiento oficial se produjo la anécdota del día, ya que mientras Hollande acompañaba al Rey en el coche que les llevaba al palacio del Eliseo, la Reina lo hizo acompañada de Ségolène Royal, actual ministra de Energía y además expareja del presidente y madre de sus cuatro hijos. El morbo estaba servido, ya que Royal ejerció de una especie de primera dama, puesto que le habría correspondido si Hollande no la hubiera abandonado por la periodista Valerie Trierweiller con la que se instaló en el Elíseo cuando ganó las elecciones y a quien, a su vez, engañó con la actriz Julie Gayet. El presidente francés es todo un casanova y, en la actualidad, ejerce de presidente soltero pero en la visita de los Reyes compartió con su primera ex el protagonismo y las dos parejas posaron, como si fueran dos matrimonios, en las puertas del Elíseo. La prensa francesa no daba crédito ya que Hollande había conseguido rizar el rizo de sus líos sentimentales.

Por la noche, sin embargo, en la cena de gala, Hollande ejerció de anfitrión en solitario pero, conquistador siempre, se le iban los ojos al ver llegar a la Reina luciendo un espectacular vestido que estrenó para la ocasión, también de Felipe Varela, en seda marsala, el color de moda este año, bordado con hilos y pedrería color borgoña. Muy chic, inspirado en estilo “new look” que creó Christian Dior en los años 50, aunque no encajaba mucho con el peinado años 20; en todo caso todo muy parisino.

En la cena estuvo invitada la modelo Inés Sastre, que se mueve como pez en el agua en París, y también la cantante Luz Casal, toda una celebridad en la capital francesa. Luz fue invitada pero a los postres de la cena la hicieron trabajar y cantó “Piensa en mí”, la composición de Agustín Lara que ella popularizó gracias a la pelicula “Tacones lejanos” de Pedro Almodóvar en la que la cantante gallega ponía la voz del personaje que interpretaba Marisa Paredes.

El miércoles, la protagonista fue Anne Hidalgo, la alcaldesa de París, gaditana de origen que invitó a los Reyes a la inauguración de un jardín, pagado al edificio de la alcaldía, con el que se rendía homenaje a los soldados republicanos que liberaron París de la ocupación nazi. Un acto muy emocionante para el que la Reina escogió un traje chaqueta de lana rizada, estilo safari, diseño también de Felipe Varela.

Además de Varela, la Reina lució un conjunto de camisa azul marino y falda estampada de Carolina Herrera en la visita de los Reyes a la exposición de Velázquez, abierta en el Gran Palais, Para el acto más relevante del viaje, el discurso del Rey en la Asamblea Nacional francesa, doña Letizia eligió un vestido de dos piezas rojas acompañado por un abrigo blanco y negro, diseño de la firma francesa Nina Ricci, todo un juego de equilibrio ya que es una firma francesa pero su propietaria en la empresa catalana Puig, que también posee la marca de Carolina Herrera.

Vestida con ese modelo rojo, doña Letizia protagonizó el gesto de la visita cuando, mientras don Felipe, una vez abandonado el estrado, recibía el prolongado aplauso de los diputados franceses, le apretó la mano en un gesto amoroso. París ratificó también su posición como capital del amor.