Diez días el Rey y siete, la Reina y sus hijas. Ese es el tiempo que los Reyes y sus hijas han estado instalados en Marivent, aunque no en el palacio principal sino en una edificación adyacente denominada Son Vent, que en su día fue la residencia del jefe del sector naval de Baleares y que, en 1995, el ministerio de Defensa cedió al Estado para garantizar que el entonces Príncipe Felipe seguiría veraneando en Mallorca cuando se temía que, al casarse, optara por otros destinos alternativos.

Son Vent es una de las varias residencias del recinto de Marivent, separada unos doscientos metros del icónico edificio principal, que durante décadas fue la residencia de verano de los reyes Juan Carlos y Sofía, donde crecieron sus hijos y donde, año tras año, en sus escaleras de acceso se tomaban las fotos no solo de la visita del presidente del Gobierno de turno, también la de todos los invitados de tronío, desde los príncipes de Gales a Michelle Obama. Ahora, el palacio propiamente dicho, además de albergar el despacho del Rey, continúa siendo la residencia de la reina Sofía y sus invitados, incluidos sus nietos Urdangarin a los que trata con especial deferencia dada la situación por la que atraviesan sus padres, la infanta Cristina e Iñaki Urdangarin desde el estallido del caso Noos que no ha hecho más que empeorar con los años. La reina Sofía acoge a sus nietos y hasta el Rey, tan tajante en el mantenimiento de la orden de alejamiento institucional que ha marcado para su hermana y su cuñado, siente especial cariño por sus sobrinos que bien, bien no deben entender lo que pasa, pero, al menos, no se sienten unos proscritos.

La cuestión es que los Reyes y sus hijas han cumplido con su compromiso con Mallorca y durante los días que han permanecido en la isla, sobre todo el Rey, se han empleado a fondo en lo que se refiere a sus apariciones públicas. Don Felipe ha participado en las regatas de la Copa del Rey, que estuvo a punto de ganar el Aifos, pero ni la Reina, ni sus hijas aparecieron por el club náutico de Palma ni en la entrega de trofeos. La vela no es para ellas y la tradición marinera de la familia real parece cerrarse con la implicación personal del Rey en ese deporte.

La princesa Leonor y la infanta Sofía, muy monas y muy educadas, han aparecido en dos ocasiones: en el posado de Marivent y en la excursión a Sóller para ver una exposición sobre Picasso y Miró. Las niñas siguen en todo las indicaciones de su madre que las protege hasta el extremo de reconocer que están perfectamente aleccionadas antes de salir de casa para que no caigan en las previsibles trampas que encierran las inocentes preguntas que se les hicieron al salir del museo de Sóller. “No busquéis titulares. Les ha gustado todo mucho y están muy contentas”, dijo la Reina cuando se preguntó a las niñas sobre lo que habían visto.

Esa fue la última aparición de la Reina y sus hijas sin que se tenga la certeza, aunque sí la sospecha de que ese mismo día abandonaron Marivent rumbo a lo desconocido, no para ellas, claro, sino para el público en general. El Rey aún continuó un día más en la isla para recibir al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y después también partió al encuentro de sus “chicas”. Marivent no ha echado el cierre porque la reina Sofía aún mantiene las luces abiertas y el testimonio de unos tiempos que igual no eran mejores pero, seguro, que eran diferentes.