Beatrice Borromeo era ya una princesa antes de casarse con Pierre Casiraghi, el hijo que ha heredado las facciones y el carácter del malogrado Stéfano, el amor más limpio de todos los que ha tenido la princesa Carolina. Beatriz y Pierre forman la pareja más chic de la realeza europea y nada ha impedido que lleguen a lo más alto a pesar de su condición de segundones en sus respectivas familias.

Mónaco se viste de boda, pero de boda civil, a la espera de los grandes fastos que tendrán lugar el 1 de agosto en una de las islas del lago Maggiore, llamadas Borromeo no por casualidad sino por ser propiedad de la familia de la nueva princesa de Mónaco. Las islas, ubicadas en la frontera entre Suiza e Italia, a 50 kilómetros al norte de Milán, ya albergaron las bodas de las hermanas de Beatrice, un despliegue de estilo italiano que se repetirá y aumentará esta vez con la presencia de Carolina y familia.

La estirpe de Beatrice tiene, seguramente, más solera que la de los Grimaldi, finalmente el primer antepasado del novio que ocupó un lugar en la historia fue Francisco Grimaldi, un pirata que, en 1297, conquistó la roca que dio origen al principado, mientras que entre los ancestros de Beatrice figura San Carlos Borromeo, obispo de Milán y, los Médicis, los célebres mecenas florentinos. Los Grimaldi y los Borromeo han atravesado la historia, de forma paralela, hasta que en 2008 en la universidad de Milán se conocieron Pierre y Beatrice, que entonces tenían 20 y 22 años. En las aulas surgió un amor que les ha llevado hasta la sala del palacio real de Mónaco para certificar su matrimonio civil.

La pareja, que vive en Milán, él trabajando en la empresa inmobiliaria propiedad de la familia de su padre, y ella, como periodista de la publicación alternativa 'Il fatto quotidiano', es, desde hace varios años, la mejor imagen de Mónaco, a donde acuden siempre que su presencia es requerida para dotar de glamour los eventos y seguir alimentando el negocio del principado. Son guapos, jóvenes y muy estilosos pero, a diferencia de Andrea Casiraghi y Tatiana Santo Domingo, parecen mucho más sociables y dispuestos a cumplir con su papel más frívolo sin que, por ello, parezcan unos vividores. Son convencionales y, al mismo tiempo, mundanos.

Mónaco es una empresa familiar en la que, en mayor o menor medida, trabajan todos los Grimaldi. Pierre y Beatrice no son una excepción y lo hacen siempre gustosos, aportando además su estilo y personalidad. Pierre es el hijo serio de Carolina y Beatrice, la condesa comprometida. Las familias respectivas no pueden estar más contentas con el enlace que une dos apellidos ilustres y, sobre todo, a dos jóvenes que siempre parecen enamorados y felices.

Beatrice es hija de una familia italiana muy rica pero también muy singular. Su padre, el conde Carlos Borromeo tuvo durante años dos mujeres, la alemana Marion Zolta  y la italiana Paola Marzotto con las que tuvo hijos simultáneamente. Los cinco hermanos Borromeo: Isabella, Davinia y Matilda, hijas de Marion, y Carlo y Beatrice, hijos de Paola, siempre han estado muy unidos a pesar de las particulares relaciones de su padre con las dos diferentes madres. Beatrice, una mujer muy cariñosa, según sus allegados, no tardó en integrarse plenamente en la familia de Pierre, ganándose la confianza de la princesa Carolina y apoyándose sobre todo en su cuñada Carlota, con la que comparte edad, gusto por la moda y, sobre todo encanto personal.

Pierre, todo un caballero, es más Casiraghi que Grimaldi y desde hace algunos años trabaja, en Milán, junto a sus tíos en la empresa inmobiliaria que poseen y con la que, lógicamente, intervienen en las operaciones urbanísticas del principado. Desde pequeño se sintió muy unido a sus abuelos paternos que vieron en él la fiel imagen de su hijo Stéfano, tristemente fallecido en 1990 en un accidente náutico, cuando solo tenía 30 años. Pierre y Beatrice seguirán viviendo en Milán pero, como han hecho hasta ahora, formarán parte de ese gran espectáculo que tiene como escenario el principado de Mónaco.