El sábado Sandoval apareció en el ‘Deluxe’ dispuesto a rebatir todo lo que había manifestado su ex el día anterior. ¿Lo consiguió? Sí. No. Me da igual. Ver a Víctor en un plató es un espectáculo en sí mismo. Un caos absurdo y maravilloso, un monumental despropósito, un terremoto neuronal que afecta a tus entendederas y te deja tan hecho polvo que llegas a la cama derrengado y te quedas dormido al instante. Con Víctor Sandoval me pasa una cosa muy curiosa: resulta imposible entrevistarle pero si pasas al otro lado y te conviertes en espectador es un auténtico bombón. Qué disparatadas sus maneras, su sonrisa, su discurso, sus planteamientos existenciales, sus imitaciones, su todo. Da la impresión de que siempre cuenta lo mismo pero te da igual porque lo hace de tal manera que parece que todo sea siempre distinto. Unos días sonríe recordando un episodio de su vida y a la semana siguiente lo convierte en algo tan trágico que acaba llorando desesperadamente. Cuando ríe te da pena y cuando llora te descojonas. Creo que Nacho Polo dijo el día anterior en el ‘Deluxe’ que Sandoval me ponía verde porque entendía que estaba usurpando su lugar en la televisión. Si Polo pretendía cabrearme no lo va a conseguir. Víctor Sandoval me ha proporcionado tantos momentos divertidos en televisión que le hubiera perdonado hasta que me congelara. ¡Ah! Perdón. Si parece ser que en su día también me congeló. Que siga haciéndolo. La maldad de Sandoval es tan naïf que todas sus hechicerías le salen del revés.