Qué gusto tener a profesionales como Marisol Ayuso en Sábado Deluxe. Mujeres con cosas que contar, con un pasado a sus espaldas hecho a base de muchísimo trabajo y un esfuerzo soberano. Luchadoras incansables que con su dedicación al mundo de la interpretación han conseguido que nuestra vida sea más llevadera. Sin embargo, España no es país que reconozca a sus artistas. Tendemos a pensar que nuestros cómicos son unos «vivalavirgen» que se dedican a exprimir al máximo los placeres terrenales, pero la realidad dista mucho de nuestras imaginaciones. Como la misma Marisol reconocía, muchos de sus compañeros tenían que vivir en pensiones porque con el trabajo no les daba para mantener un piso. Por los programas que he presentado han desfilado actores a los que adoraba desde niño que vivían su vejez al borde de la ruina económica. Muchas veces los traíamos no porque tuvieran mucho que contar sino porque de esa manera les ayudábamos a tirar unos cuantos meses. En una de las audiciones de Got Talent se presentó un chico muy joven de un pueblecito de Andalucía que cantaba a lo Amy Winehouse. Nos sorprendió, claro, y creo que se llevó cuatro “Síes”. Yo aproveché para recomendarle que se largara de España y probara fortuna en el Reino Unido o en Estados Unidos. En cualquier caso lejos de un país, el nuestro, que maltrata a sus artistas. Por culpa de unos gobiernos, que no fomentan la cultura como deberían, tenemos a cientos de muchachos preparadísimos en sus casas, incapaces de mostrar su talento porque arriesgarse a montar una producción teatral es una empresa casi suicida. A todos ellos les debemos una disculpa y un público reconocimiento de nuestra estrechez de miras. Porque una sociedad que no cuida a sus artistas es una sociedad abocada a navegar entre el mediopelismo y la cutrez.