Mi madre me dice a veces por teléfono: “Jorge, he ido a la plaza y me han vuelto la cabeza loca. Que te diga que desde que te fuiste de ‘Hay una cosa que te quiero decir’ han dejado de ver el programa”.

Supongo que a mi madre le enorgullecerá escuchar esos comentarios y como yo lo que quiero es que sea feliz dejo que viva creyendo que su hijo es único. Pero la realidad es bien distinta: Jordi González ha conseguido que ‘Hay una cosa que te quiero decir’ lidere la noche de los sábados. Hablando en plata: que la gente no me echa de menos. Jordi está muy bien presentando el programa porque domina el medio televisivo como pocos. A mí él me gusta mucho. Tengo con Jordi una gran complicidad fuera de la pantalla, disfruto con su ironía y nos descojonamos de las mismas cosas. Y me parece sanísimo que cuando nos sustituyen los programas no se resientan. De hecho creo que, como los presidentes de gobierno, los presentadores no deberíamos presentar el mismo programa durante mucho tiempo. Acabamos viendo la realidad a través de una cámara, deformada.