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No tengo ningún criterio estético. Para que os hagáis una idea: siendo adolescente era de los que llevaba zapatos negros y calcetines blancos de deporte porque creía que era elegante.
Por eso, cuando leo el artículo que bajo el título ‘El hombre televisivo y el oso panda’ me dedica en ‘El Mundo’ María Vela Zanetti, no puedo estar más de acuerdo. Me quedo con una frase: “Jorge Javier Vázquez es ahora un poderoso elemento que ha ido cincelando su aspecto hasta llegar a algo que no significa nada, estéticamente hablando”. No sé caminar. Soy patoso, mal coordinado, quizás porque durante años luchaba por disimular la pluma. No sé vestir. Si voy a tiendas caras siento que las buenas prendas me quedan como un disfraz. De ahí que vaya a trabajar en chándal o siempre con los mismos vaqueros. Lucho contra mi biología –mi amigo Adrián dice que dentro de mí hay una gorda queriendo salir a flote– y aspiro a ser un tío bueno asistiendo regularmente a centros de estética. Pero por mucho que lo intento, mi reino no es de ese mundo. Hace bien recordándomelo Vela Zanetti a la que, si antes admiraba, hoy admiro todavía más. Me gustaría conocerla.