Jorge Javier Vázquez

Jorge Javier Vázquez

Pacma

Una sociedad con un mínimo de conciencia no debe permitir que el cruel asesinato de un animal sea motivo de fiesta

Es verdad que los safaris son tan agotadores –dos días llegamos a estar diez horas montados en un coche- que en algún momento deseas que se acaben lo antes posible. Pero ahora resulta que echo de menos ver animales. Sé que para muchos puede parecerles una tontería pero creo que después de verlos en su hábitat se establece una relación especial con ellos. Echo de menos a las jirafas, los elefantes, las cebras, los jabalíes e incluso a los ñus, que son animales muy desprestigiados. Nuestro guía nos explica que aquí los consideran tan feos que creen que Dios los creó el séptimo día, cuando estaba ya muy cansado, aprovechando las sobras de las demás especies. Me da mucha pena que los animales tengan que estar toda su vida con el susto en el cuerpo, pendientes de que venga un león o una hiena y se los zampe.

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Mientras recorríamos los parques pensaba que sería precioso que los animales fueran macrobióticos y no se alimentaran entre ellos. Y que delante de los humanos hicieran la pantomima de comerse unos a otros y cuando los jeeps abandonaran los parques un león le pidiera perdón a una cebra por haberle hecho daño durante la simulación de un mordisco o que una hiena hiciera lo mismo con un jabalí. Mientras escribo me viene a la cabeza el espeluznante vídeo que ha distribuido en las redes el PACMA a propósito de la becerrada de Valdemojado. Imágenes como esas nos retratan como país. No hay ningún motivo para ensañarse con un animal de esa manera. Los toreros deberían mostrar su repugnancia por imágenes como esas. No les beneficia, aunque también es verdad que la suya es una profesión –o como se le quiera calificar-herida de muerte. Una sociedad con un mínimo de conciencia no debe permitir que el cruel asesinato de un animal sea motivo de fiesta. Por mucho que anacrónicas infantas y obsoletos reyes lo apoyen demasiado a menudo. Hasta aquí la broma.

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