Estamos charlando durante una publicidad de ‘Sálvame Diario’ Carlota y yo y aparece Jaime Peñafiel. Con Peñafiel siempre tienes que tener la escopeta a punto porque detrás del “Yo a ti te tengo mucho cariño” suele venir un sopapo.

A Jaime se le tiene muy controlado siempre que se le dé la razón. No le gusta discutir porque se considera poseedor de la Verdad Absoluta –así, con mayúsculas– y cuando le llevas la contraria –fundamentalmente en los temas relativos a la monarquía, que es de lo que siempre habla– te llama “cortesano” como si fuera el insulto más grave que ha parido madre. Yo estoy convencido de que Peñafiel detesta ‘Sálvame’ y todo lo que le rodea porque considera que todos los que trabajamos en ese universo pertenecemos al inframundo, pero como no le queda sitio donde trabajar en televisión tiene que sentarse con nosotros, aunque le siente como una patada en los mismísimos. Si por él fuera, preferiría participar como concursante en ‘Más que baile’ que compartir plano con Belén Esteban. Como yo no sé qué tipo de conversación mantener con Jaime le dije el día que me lo encontré en el plató: “Hijo, a ver si vienes a vernos más a menudo”. Y entonces él, mirándonos fijamente a Carlota y a mí, pronunció una frase que se notaba que llevaba muy preparada: “Cínicos, que sois unos cínicos. Si sois vosotros los que queréis que no venga”. Vi a lo lejos a Abraham Mateo y aproveché para escabullirme con la excusa de hacerme un selfie con él. Me quedé mudo cuando me dijo que le gustaba mucho verme en ‘Hay una cosa que te quiero decir’. “Hijo mío, pero si tú eres muy joven para ver esos programas”. “Quince años –respondió todo resuelto–. Es que las historias me parecen muy emocionantes”. A lo lejos veo desaparecer a Peñafiel acompañado de unas azafatas que han venido a buscarle para hacer un cameo en el programa que Patricia Conde prepara para Cuatro. El tío no para. Aún lo veremos tirándose desde un trampolín en la próxima edición de ‘Mira quién salta’.