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Vuelta al invierno. Sábado, están cayendo chuzos de punta. Sacrificamos una siesta para ver ‘La gran belleza’ en el Plus.
Definitivamente, creo que estoy perdiendo fondo: antes me tragaba dobladas estas películas tan intensas pero ahora, a las primeras de cambio, me sorprendo mirando mi whatsapp o conectándome al Facebook. La gran belleza me ha parecido un ligero coñazo. Después de intentarlo durante una hora desisto y me vengo al ordenador a escribir estas líneas. P. , sin embargo, sigue viéndola aunque no le guste. ¿Será por no desperdiciar los tres euros con treinta y seis que hemos pagado por ella? Puede ser: no nos gusta tirar el dinero ni la comida. El miércoles hicimos lentejas y sobraron dos platos. Yo le decía a P. que se los llevara a Pepa, su compañera de trabajo, en un tupper, que seguro que ella se lo agradecería. Pero P. se negó en rotundo porque, según sus propias palabras, no quería llevar la comida en el coche como si fuera un feriante. Él siempre ha sido un esteta. El viernes, a las seis y media de la tarde, las lentejas vinieron conmigo a Carmen Navarro. Mientras yo me hacía mi tratamiento facial, ellas permanecieron en la nevera. A las ocho de la tarde me dirigí a Telecinco y media hora más tarde di cuenta de las lentejas viajeras. P. comienza a hartarse de ‘La gran belleza’. Lo noto porque está haciendo viajes a la cocina buscando chucherías con las que menear el bigote. Habíamos quedado a cenar con Marisol y Antonio pero hace tan malo que nos vamos a quedar incrustados en el sofá cubiertos con una mantita. Si compramos otra peli, será porno. Seguro que no nos defrauda.