Siendo el miércoles víspera de puente intuí que después de la clase de interpretación la íbamos a liar. Así fue. Muro no vino y Maeso también se la perdió pero se unió a la cena.

Tras la cena, a eso de la una de la madrugada, alguien dijo de ir a tomar una copa. Menchu se rajó pero los demás nos plantamos en Caripén, donde nos encontramos a una pletórica María Pineda. Me pidió que le pusiera en contacto con los de Baas Galgo porque quiere adoptar uno. Tras la copa de Caripén, Valldeperas nos dijo adiós con todo el dolor de su corazón porque al día siguiente, uno de mayo, trabajaba. Así que P., Mila, Maeso y yo seguimos la juerga. Mila se recogió tarde y a punto estuvimos de hacerlo también los demás. Dijo Maeso: “La noche ha sido estupenda, vayámonos a casa”. P. y yo nos negamos y acabamos los tres en un after del Madrid de los Austrias. Maeso se largó nada más entrar y P. y yo aguantamos acodados en una barra. “Parecemos las mamis de todos los críos que hay aquí”, me dice P. “Vayámonos”, pronunció con voz firme. Salimos del after pasadas las siete de la mañana y le propongo acabar la noche tomando porras con chocolate en San Ginés. A la hora de pagar, la cajera nos dice con una sonrisa que estamos invitados. Coincido con Millán Salcedo, que está también dando buena cuenta de un chocolate. Nos sentamos y un chico de la mesa de al lado me felicita por mi libro. Le doy las gracias, levanto la mirada y me encuentro con una fotografía de Paloma San Basilio recibiendo un beso de Antonio Gala. La diva me persigue hasta el amanecer. Amo Madrid.