Hacía tiempo que le tenía perdida la pista a Boris, así que me enchufé la entrevista que le dio a Bertín en vena. Al principio apareció el Boris que todos conocemos: el divertido, juguetón, frívolo e irónico. Pero fue hablar del fallecimiento de su madre y venirse abajo. Nunca lo había visto tan desolado ni con la mirada tan triste. Tenía que hacer verdaderos esfuerzos para contener las lágrimas, de hecho tuvo que dejar de hablar en varios momentos para coger fuerzas y poder seguir. Qué pena me dio ver a Boris tan hundido. Creo que en su caso me afectó mucho más porque jamás lo he visto hablar con tanta franqueza de momentos delicados de su vida. Antes, siempre que eso ocurría, intentaba desactivarlos introduciendo un elemento cómico, pero con Bertín fue incapaz de despistar. Me gustó que se mostrara así aunque el dolor le impidiera en algunos momentos articular palabra. Y me gustó porque vimos una faceta de él desconocida, inédita, que contribuye a que el personaje adquiera nuevos matices.

Creí entender que está trabajando en Miami porque aquí no le salen ofertas. Si es así, no se lo merece. Es oro para la televisión. Y un personaje al que no le hemos hecho justicia. La sociedad española, y no solo los homosexuales, le debe mucho a Boris. Su presencia en la televisión contribuyó a despejar la idea de que los gays eran seres casi mitológicos que se paseaban por las noches con tridentes amedrentando al personal. Boris destrozó los tópicos más oscuros que rodeaban al colectivo. Demostró que se puede ser muy feliz siendo homosexual, que la vida para nosotros también puede ser muy entretenida. Llenó de luz un universo que muchos creían oscuro. Luego había gays que decían que no les representaba. Pues claro, él jamás se erigió en portavoz de nadie. Pero abrió brecha y gracias a él todos nos sentimos un poco más libres para trabajar en el medio. Nos demostró que no pasaba nada por mostrarse tal y como uno es. Que había que desterrar los armarios y que la vida había que vivirla con las puertas abiertas de par en par. Durante muchos años los gays hemos sido demasiado duros con nosotros mismos. Criticábamos a aquellos que no pertenecían a nuestro grupo aunque creo que con el paso de los años hemos aprendido a amar la diversidad. Bastantes ataques seguimos recibiendo como para no protegernos a nosotros mismos. Por cierto: que vuelva Boris. Lo echamos de menos.