P. y yo hemos pasado los fines de semana de este crudo invierno apoltronados en el sofá viendo en YouTube un batiburrillo de imágenes de lo más diversas: entrevistas de María Callas, actuaciones de Nacha Guevara, de Vicky Larraz, de Susan Boyle. Como veis, somos la mar de eclécticos.

Pero el pasado fin de semana salió el sol y nos tiramos a las calles como si no hubiera un  mañana. Fuimos a ver ‘El lobo de Wall Street’ –¿hay algún actor mejor que Leonardo DiCaprio?– ‘La gran familia española’ –¿hay algún actor con más morbo que Quim Gutiérrez?– y al teatro a ver a Alicia Hermida –una de mis debilidades– y a Luisa Martín. El sábado hasta nos dio tiempo a pasar por un gran almacén. Fuimos con la idea de comprarme una crema para el cuerpo y acabaron endosándome seis o siete distintas. Aunque era yo el que gastaba, la dependienta no paró de ensalzar las virtudes de la piel de P. “Os voy a dar unas muestras. A ti –me dijo mirándome fijamente a los ojos– te voy a dar algo para las ojeras. A él, otra cosa porque eso no le hace falta”. Intenté explicarle que había dormido poco porque el ‘Deluxe’ acaba muy tarde y entre que llego a casa y me meto en la cama me dan las cuatro, pero a ella le daba igual. Sólo tenía ojos para P. A punto estuve de ponerme a contar que P. tiene muy buena piel pero a veces muy mal humor. Afortunadamente supe morderme la lengua. P. y yo podemos empezar con una bromita y acabar ofreciendo al respetable una agria escena de ‘Matrimoniadas’.