Jorge Javier Vázquez

Jorge Javier Vázquez

Mila Ximénez y Jorge Javier Vázquez

Mila Ximénez no es mujer corriente y eso es lo que nos atrapa de ella

Que Mila sacara una colección de joyas era algo que se veía venir porque ella es en sí misma una joya. Aunque ella no lo tiene muy claro y está bien que así sea. Las presentó el miércoles en Chicote –en Madrid- y yo no pude ir porque estoy incapacitado para moverme con normalidad en fiestas, eventos y saraos de cualquier índole. Me producen ansiedad. Ella lo sabe y me lo perdona pero me hubiera gustado ir aunque sólo fuera para darle un beso. De todas maneras sé que estaba muy bien acompañada. Tiene mucha gente alrededor que la quiere. Quizás demasiada, diría yo como buen amigo celoso que soy. A P. y a mí nos gusta tener a Mila para nosotros solos o compartirla con muy poca gente, que es cuando ella se crece y despliega su majestuosa y convulsa personalidad.

Mila no es mujer corriente y eso es lo que nos atrapa de ella. Me he dado cuenta de que últimamente cuando salimos y la sometemos a un poquito de trajín intenta quejarse diciendo que la abuela –o sea ella- necesita descansar un poco. Pero la verdad es que no le hacemos mucho caso porque tiene marcha para dar y regalar. El miércoles, cuando le comunicamos en directo que era una de las elegidas para dar las uvas en Mediaset, me emocioné mucho. Porque me vino a la cabeza la época en la que apareció en 'Aquí hay tomate' largando sobre la Pantoja. Sólo los ávidos consumidores de revistas del corazón nos acordábamos de ella porque llevaba varios años –demasiados- desaparecida. Volvió a la palestra y batalló en los platós con uñas y dientes para reclamar un espacio que, por talento, le correspondía. Ahora sigue batiéndose el cobre como si no hubiera mañana y se lo agradezco. Porque siendo una de las piezas fundamentales de la televisión de entretenimiento de nuestro país no trabaja a medio gas sino que sigue entregándose como si no hubiera mañana. Me gusta su ejemplo porque puede servir a muchas personas que en estos momentos son incapaces de pensar que siempre queda esperanza. La canción de la vida de Mila podría ser : “Yo vengo a ofrecer mi corazón”. Repito, no me extraña que haya lanzado una línea de joyas. Conociendo su valor como ser humano ya estaba tardando.

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