Quedamos en el ático de María y su marido los que disfrutamos de una semana en julio en Porto Santo. A saber: el citado matrimonio, Mila, Maeso, P. y yo.



Noche agradable en Madrid, cenamos en la terraza. Tras los postres, la anfitriona se pone mala y se mete en el salón para tumbarse en un sofá. P. y su marido le prestan primeros auxilios. Les cuento a Mila y a Maeso lo sucedido y responden: “Nosotros nos quedamos en la terraza, que se está muy bien. Dejadla tranquila que ya se recuperará”.

Opto por quedarme con ellos, soy así de solidario. Mila nos explica que en breve comenzará a reformar los dos baños de su casa. Días más tarde Maeso advierte que las obras en casa de Mila nos van a dar mucho juego. Se lo cuento a ella y está a punto de cabrearse como una mona. Pues va a tener razón Maeso.