Lo veo el sábado por la noche en ‘Un tiempo nuevo’, luciendo una barba tan larga como la que llevan los hipsters y tan blanca como la de Papá Noël. M.A.R. ha perdido facultades. Años atrás, al verlo, tenías dos posibilidades: cambiar inmediatamente de canal o llamar a un amigo para ver si rebuscando encontraba en su mesilla de noche un lexatín. Ahora M.A.R. produce esa pereza tan típica que aparecía en nuestra adolescencia cuando nuestros padres nos obligaban a ir a visitar a los abuelos. M.A.R. no está acabado pero casi. Creo que, profesionalmente, sólo puede recobrar posiciones si se enrola en las filas de ‘Sálvame’. Nuestro público está ávido de colaboradores a los que detestar.