Aquí en Los Ángeles procuro no encender la televisión porque si no me quedo pegado, se me echa el día encima y voy saltando de canal en canal buscando chute para mis ojos. Lo más peligroso es dar con una telenovela porque a nada que veas tres minutos ya te haces a la historia.



Veo de vez en cuando ‘Siempre tuya Acapulco’ y ‘De que te quiero te quiero’, aunque mi preferida es ‘El señor de los cielos’,  que es como un remake de ‘Sin tetas no hay paraíso’, y un protagonista –Rafael Amaya, buscad imágenes en Google– tan buenorro como Miguel Ángel Silvestre.

Intento pasar por alto los programas de sucesos, aunque es una tarea bien difícil porque a nada que te descuides te están hablando del asalto a una tienda de extensiones o de un exorcismo. En la tele española andan ya debatiendo sobre el Toro de la Vega. Como si semejante salvajada mereciera debate. Es indefendible una fiesta tan bárbara y cruenta en la que se atenta de una manera tan incuestionable contra la dignidad de un animal. Que sigan existiendo celebraciones de semejante calaña dice muy poco de nuestro país.