No lo puedo remediar

El jueves me llama una compañera de una agencia de prensa para que opine sobre el vídeo de las reinas. “No lo he visto”, le contesto. “Pues debe ser el único”, me responde ella muy sorprendida. “Pues no sé, pero el caso es que ni lo he visto ni tengo intención de verlo. Lo siento pero no te puedo ayudar”. Quizás mi compañera pensaba que estaba mintiéndole para evadir pronunciarme, pero es verdad lo que le dije. No sé por qué, pero no me producía ningún interés. Y no es que ahora vaya de digno y no me molen esos asuntos, pero es que no quería ver a mi Reina en un apuro. Sí que he estado al tanto –eso sí que era inevitable– de la repercusión del vídeo, y ha sido demoledor para Letizia, lo que me lleva una vez más a posicionarme a su favor.

Tengo un enganche con ella. Me gusta. No lo puedo remediar. Y a la gente que me gusta se lo perdono casi todo. Tras la emisión de las polémicas imágenes, las redes se llenaron de fotografías de la reina Sofía acompañadas por unos textos de apoyo carpetovetónicos. La Reina aparecía en la mayoría de ellas con una sonrisa tan bonachona como la de Juan Pablo II, y los comentarios eran, en su mayoría, delirantes. Naty Abascal escribió: “Doña Sofía siempre será nuestra Reina. Dios Salve a la Reina. El oficio no siempre se aprende”.

A partir de ahí, frases tipo: “Con estilo se nace, no se hace”, y chorradas por el estilo. Si quisiéramos escribir los diez mandamientos sobre el clasismo, no tendríamos más que acudir a lo que se ha escrito esta semana para apoyar a la reina Sofía. Hacía tiempo que no cargábamos contra Letizia, y supongo que ya teníamos mono. El vídeo nos ha dado munición para unas cuantas semanas. No sé si ha hecho mal porque a saber qué historia familiar hay detrás de todo eso, pero en cualquier caso el hecho de que haya metido la pata da igual. Lo que nos gusta es disparar contra ella porque nos hace sentir importantes. Pisotear a la realeza nos eleva de categoría. Hacer descender del escalafón a Letizia consigue que nos acerquemos a ella, situarla a nuestro nivel, hacernos sentir reyes o reinas por un día. Flipamos cantándole las cuarenta, que es algo que en su día no tuvimos los bemoles de hacer con los eméritos por miedo a las represalias.

Los gestos de Letizia han servido para canonizar a la profesional Sofía, cuya sabiduría monárquica transmitió a sus hijas, y estas no la defraudaron escogiendo unos maridos sumamente prodigiosos para la institución. No he visto el vídeo ni lo veré. Y pase lo que pase, siempre estaré del lado de Letizia porque me siento más cercano a ella que a los reyes eméritos, infantas y demás componentes de la familia. Y ahora, una vez escritas estas líneas, pueden proceder ya a mi crucifixión.