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El miércoles tenemos cena de empresa los presentadores de la cadena. Me hace gracia que Marta Torné esté tan nerviosa: es su primera vez y acude a ella como si fuera a examinarse de la Selectividad. Precisamente en la mesa me toca con ella, Jordi González, Patricia Marco, Teresa Campos, Marta Fernández, Nuria Marín y Nando Escribano. Hablamos, entre otras cosas, de Rufus Wainwright. Las dos Martas –qué curioso– se declaran fans incondicionales del artista. De hecho la Torné le puso Rufus a su perro, que acaba de fallecer y todavía se emociona recordándolo. A mí me gusta el Waingright que sacó el disco homenajeando a Judy Garland, no el que vi en el Carnegie Hall. Fui con P. y dos amigos más a verlo y nos tuvimos que largar por lo aburrido que era. Luego me contó la Torné que lo que vimos era el recital de un disco que había publicado tras la muerte de su madre. Un coñazo superlativo. Paolo Vasile nos dedica un emocionado discurso que nos hace sentir importantes. En el cóctel previo hablamos de los grandes temas que de veras importan a la Humanidad, así, con mayúsculas: lo de Toño y Belén y lo de Aritz y Han. Charlamos apasionadamente sobre estos asuntos Ana Rosa, la Milá y yo. No llegamos a ninguna conclusión digna de ser reseñada. Pasa lo mismo que cuando se debate sobre la Santísima Trinidad: hablas y hablas pero al final te das cuenta de que es difícil hallar una respuesta concluyente. Doy unas cuantas vueltas y saludo a Christian Gálvez, Lara Álvarez y a Jesús Vázquez. Me gusta reencontrarme con Jesús. Sé que habrá mucha gente que daba por supuesto que nos llevaríamos a matar en ‘Got Talent’ pero se van a encontrar justamente con lo contrario. Me he reído mucho con él y me da mucha alegría verlo.