El viernes me voy con Mila y Kiko Hernández al bingo 'Las Vegas' y el sábado entrevisto a Juan Carlos Monedero en el ‘Deluxe’. Así es mi vida: tan dispar como variada. Esto que yo tengo tan asimilado, no parece que lo tengan muy claro los políticos, a los que todavía les cuesta sentarse el sábado en una silla. Se equivocan. El próximo presidente del Gobierno será una persona nueva salida de un partido mayoritario que acuda sin reticencias a la llamada del ‘Deluxe’. Al tiempo.

El viernes en el bingo no hablamos de estos temas. En realidad hablamos poco, porque enseguida nos animamos y los parroquianos nos llaman la atención porque no pueden escuchar los números que salen del bombo. Me gusta ir al bingo porque la gente pasa de nosotros. Está más pendiente de sus cartones que de los bichitos que salimos por la tele. Los clientes tienen claras sus prioridades. Les alabo el gusto.

El sábado me gustó conocer a Juan Carlos Monedero. Disfruta provocando y no se dedica a espolvorear pensamientos complacientes, cosa que le agradezco. Una vez finalizada la entrevista no me queda muy claro si los de Podemos son conscientes de lo que significa llevar las riendas de un país. Los veo más preparados para dar conferencias que para gobernar. Cuando le reprocho que destrozaron las ilusiones de muchas personas que creían firmemente en sus propuestas, Monedero me acusa de infantilismo por suponer que los políticos me van a arreglar la vida. Y además me riñe –eso se les da muy bien– por no participar de manera activa en la política. ¡Vaya, hombre! Ahora resulta que aparte de conocer al dedillo las andanzas de la Isabel Pantoja de turno también tengo que empollarme todo lo relativo al cambio climático. No vaya a ser que monten un referéndum y me toque decidir qué hacer con la capa de ozono. Luego presume de la gestión de la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena –a la que voté y volvería a hacerlo–, pero no me da tiempo a explicarle que no he participado en ninguna de las decisiones que han tomado ella o su equipo. Es decir, que parece que tampoco les hago yo mucha falta para sacar adelante un país, una ciudad o el patio de una comunidad de vecinos. Me gusta Juan Carlos Monedero y me gustan sus contradicciones. Por lo menos me hacen pensar.