Jorge Javier Vázquez

Jorge Javier Vázquez

anabel pantoja

"Me dio por protegerla porque la notaba perdida y con la autoestima por los suelos"

Apareció en mi vida en ‘Supervivientes 2011’. Venía a plató a defender a su primo Kiko Rivera y era una muchacha gordita, muy tímida y con la mirada huidiza. Ella suponía que le iba a dar caña por pertenecer al clan Pantoja pero no me salía ponerle en ningún aprieto porque notaba que se podía quebrar a la primera de cambio. Poco a poco nos fuimos acercando y comenzamos a tener una relación especial. Me dio por protegerla porque la notaba perdida y con la autoestima por los suelos.

 

Recuerdo que tras un desengaño amoroso me dijo casi llorando por teléfono: “¿Cómo me va a querer él, una persona con estudios, a mí que soy una inculta?”. Y ahí ya me ganó del todo. Se ha quitado muchos kilos de encima, se ha echado un novio muy mono y ha ganado gallardia en los platós pero para mí sigue siendo la misma niña de 2011.

 

Pertenece a la guardia pretoriana de Isabel Pantoja y no admite ni una broma sobre ella. Haberse criado en un entorno tan cerrado como el clan Pantoja tiene esos riesgos: cerrazón de mente, pensamiento único y sensación perpetua de que el mundo va contra ti. Desde que se armara aquel lío por el mensaje que me envió pidiéndome dinero para pagar la multa de su tía no habíamos vuelto a hablar.

 

La semana pasada me la encontré en maquillaje, nos saludamos como si nada y acto seguido me dijo: “Cuando pasó lo que pasó tendrías que haberme llamado”. Los Pantoja son así, muy dados a pedirle cuentas continuamente al resto de la humanidad. “Hija mía, pues yo creo que me tendrías que haber llamado tú, que fuiste quien me lo pediste”. El clan Pantoja sólo trabaja en Telecinco, que curiosamente es la cadena que más cera le da. Supongo que debe tener algo de esquizofrénico cobrar de aquel que te pone las pilas, pero si en algún momento a Anabel le da un bajón existencial por ese motivo –que lo dudo– le ofrezco mi hombro para recibir consuelo. Pese a todo lo que he contado, la muchacha me hace mucha gracia. 

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