Actualizado a
Lo ha dicho ella misma: desde hace algún tiempo se nota baja, poco entregada en el trabajo, apática. Otros en su lugar preferirían escurrir el bulto pero Lydia tiene los santos bemoles de hablar públicamente sobre el bache profesional que está atravesando.
Engancha Lydia porque vive las emociones de manera muy básica. Se sube a la parra con vehemencia para discutir menudencias, llora bonito cuando toca y si sonríe su público siente algo así como un orgasmo catódico. Los fans de Lydia son tan talibanes como los de Michael Jackson, así que no seré yo el que diga nada malo de ella. Más que nada, porque no se lo merece.
No ha habido vez que haya recibido una llamada del programa y se haya puesto a disposición de él. Rema siempre a favor con la mejor de sus sonrisas y es poco amiga de la queja. Por estos y otros motivos merece que se la corone como la “Empleada del Mes”. Tras el festival de sonrisas y lágrimas que nos regaló en el último ‘Deluxe’ recibo un montón de mensajes que se pueden resumir en uno: “Amo a Lydia”.